El fantasma de la OPEP
LA ORGANIZACIÓN de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha celebrado durante los últimos días una de sus innumerables conferencias para tratar de recuperar un poder del que ha sido privada por el transcurso del tiempo y la lógica del mercado. Los 13 ministros asistentes a la reunión de Viena se han separado después de firmar un precario acuerdo que prorroga hasta enero los límites a la producción vigentes y cuya única virtualidad era la de evitar que Irán se retirase del sistema de cuotas. Pero han sido incapaces de sentar las bases de una nueva estrategia que invierta los términos de la actual situación. Con unos precios del petróleo dos y tres dólares por debajo de la tarifa oficial de la OPEP, de 18 dólares el barril -muy lejos de aquellos 40 dólares el barril que se alcanzaron en 1979-, y con una cuota de mercado mundial inferior al 33% bajo su control, cabe preguntarse a estas alturas si la OPEP existe como cártel del mercado de crudo y si sus encuentros no son más que un mero espectáculo destinado a rememorar tiempos mejores.La nueva reunión se ha celebrado apenas un mes y medio después del fracasado intento de la organización petrolera de llegar a un acuerdo con seis productores independientes no asociados al cártel -México,Egipto, Malaisia, Omán, Angola y Colombia- para reducir de manera conjunta su producción. La oferta de estos productores de recortar aquélla en un 5% adicional, a cambio de que la OPEP hiciera otro tanto, tropezó con la fuerte oposición de los países conservadores del Golfo, que se negaron a realizar tales sacrificios adicionales.
La OPEP se ha visto forzada a reducir su producción a unos 16 millones de barriles diarios, prácticamente la mitad de la que tenía en 1979. Pero esta política, de elevado coste financiero para los productores más ricos del consorcio y de elevados costes sociales para los menos desarrollados, como Argelia, Nigeria o Venezuela, ha resultado ineficaz como consecuencia de los fuertes enfrentamientos políticos que subsisten en su seno.
La guerra ¡rano-iraquí, cuyo inicio, hace ocho años, coincidió con el comienzo del declive de la OPEP, ha polarizado inevitablemente al consorcio en dos bloques: los regímenes conservadores del golfo Pérsico, que apoyan a Irak y se oponen a Irán por razones geopolíticas, por un lacio, y el resto, que trata de coordinar una imposible política de precios, por el otro.
En la conferencia que acaba de concluir, los países del Golfo manifestaron que no creían necesario llevar a efecto nuevos recortes en la producción, ya que consideran que las reducciones vigentes bastan para estabilizar los precios. Este grupo, gracias a sus ingresos anteriores, muy superiores a sus necesidades presupuestarias corrientes, se ha entrelazado, desde un punto de vista financiero, en un matrimonio de conveniencia con el mundo occidental y sabe que un precio del crudo estable y a unos niveles soportables les conviene tanto a ellos como a las naciones industrializadas. Este precio soportable coincide, según los expertos, con los 18 dólares de la actualidad. Ésa es una de las razones fundamentales que explican por qué no se llego a nuevos acuerdos en la reunión de Viena, y parece muy poco probable que se puedan producir en el futuro.
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