Manuel Espeso Maíllo,
dueño de un bar en Santander, encontró el domingo a medianoche un paquete, conteniendo 1.988.000 pesetas, cuando pretendía introducir sus ahorros en el cajero nocturno de una entidad bancaria. La persona que le había precedido no se preocupó de comprobar si los dos millones habían sido tragados por el buzón. Espeso se hizo cargo del envoltorio y se dirigió a la comisaría de policía, donde localizaron al depositario.
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