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El episcopado suizo discrepa con el Vaticano sobre Lefébvre

Francesc Valls

El episcopado suizo y el Vaticano mantienen discrepancias en el reconocimiento eclesiástico de la Hermandad de San Pío X que dirige Marcel Lefebvre, arzobispo suspendido a divinis por Pablo VI en 1976 por su rechazo del concilio. La conferencia episcopal helvética espera, antes de expresar su opinión, que el nuncio de la Santa Sede en Berna, Eduardo Rovida, se pronuncie públicamente al respecto.

Roma, según medios eclesiásticos suizos, habría solicitado a los obispos que no se manifestaran nuevamente tras las críticas efectuadas la pasada semana.El silencio oficial era ayer la tónica general que seguía el episcopado, después de que su presidente, Henry Schwery, realizara unas duras declaraciones contra Lefebvre y el principio de acuerdo entre éste y Roma del 5 de mayo último (ver EL PAÍS del pasado sábado). Las palabras de Schwery han sido contestadas por el cardenal Edouard Gagnon, visitador vaticano ante la hermandad integrista. El cardenal, en una entrevista publicada el pasado fin de semana por el periódico italiano L'Avvenire, afirmaba que los obispos suizos se habían manifestado prematuramente y que no debían haberlo hecho de esta manera en un caso en el que el propio Juan Pablo II se halla implicado, ya que el prelado integrista mantiene contactos directamente con Roma.

Las palabras de Schwery no han gustado a la Santa Sede, aunque reflejan el malestar del episcopado suizo, que, junto al francés, constituye una seria oposición al reconocimiento de la Fraternidad San Pío X, mientras que Roma se halla interesada en resolver el problema del cisma que se consumaría si el 30 de junio -sin haber mediado acuerdo con Roma- Lefebvre consagra obispos en Ecône.

La reprimenda de Gagnon a Schwery parece que ha pesado a la hora de que éste decidiera mantener silencio. La advertencia de Roma hizo que ayer fuera absolutamente imposible hablar con el presidente del episcopado suizo, que según un portavoz oficial se hallaba fuera de la diócesis de Sion, donde se encuentra ubicado Ecóne.

Schwery dijo, en sus polémicas declaraciones de la pasada semana, que pase lo que pase el cisma existirá por lo menos en lo que a tareas pastorales se refiere. Para este prelado, la distancia entre la Iglesia católica y Lefebvre es muy grande y difícilmente salvable. Este punto de vista es compartido por los obispos franceses, a quienes el jefe espiritual de los integristas considera sus grandes enemigos.

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