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FRANCIA ELIGE PARLAMENTO

La abstención tiene la llave de la mayoría

La participación del próximo domingo decidirá la configuración de la Asamblea Nacional

ENVIADO ESPECIAL, El fantasma abstencionista -el 34,25% del electorado- fue de hecho el real protagonista de la primera ronda de las elecciones legislativas del domingo último en Francia, y, en el fondo, su eventual e interrogante incidencia el próximo domingo decidirá el resultado definitivo que va a configurar la próxima Asamblea Nacional francesa. Este fenómeno, en proporciones tan abultadas en un comicio de rea importancia democrática, es una novedad en los 30 años de vida de la V República, que fundó el general Charles de Gaulle.

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En otros países, la abstención puede incluso evidenciar elementos de madurez democrática puesto que es una manera de rechazar la gerencia de los representantes políticos de la sociedad. En Francia, la tradición ideológica / moralista trata de escandaloso el hecho.Las razones que se ofrecen sobre el acontecimiento son tan plausibles como insólitas. La más socorrida es la que alude a las elecciones en cadena, que, al parecer, aburrirían a los ciudadanos. André Gauron, consejero principal del ministro de Economía, Pierre Béregovoy, responde: "El tema de una decisión de clase no debe ser aburrido nunca si quien lo explica es competente y sabe manejarse". Algo parecido manifiestan muchos franceses. La inutilidad del discurso político y los comportamientos de partidos y hombres públicos son muy discutibles en Francia.

Varios diarios parisienses parodiaban ayer el desinterés de los franceses por su estamento político con la misma anécdota contada de formas diversas: "¿Quién ha ganado?", pregunta un joven al entrar en el guateque organizado por un canal de televisión para amenizar el desarrollo de la velada electoral. Su interlocutor le responde: "Pues mira, el partido socialista parece ser que puede contar con...". El joven corta, impaciente: "No, hombre, no; eso ya se sabe más o menos; yo hablo de Roland Garros, si ha. ganado Laconte o Vilander". Y la, respuesta no falla: "Ha ganado el sueco".

A pesar de todos los avisos de un electorado que en cada elección se manifiesta más inteligente, el elenco político francés, o una mayoría de él, se hace el sordo o no entiende. El director del vespertino Le Monde, André Fontalne, lo manifiesta así al anotar que "otro factor que ha debido contar es la desconfianza bastante general respecto a los hombres y a las formaciones que se disputan el poder, y también el sentirniento, tan justificado, de que, ante los grandes desafíos de este final de siglo, las querellas entre los franceses son suicidas. Esto fue lo que hizo popular la cohabitación, porque hacía imposible la hegemonía de la derecha o de la izquierda, y les obligaba a un mínimo de colaboración al servicio del país".

Una vez más, ante los escombros de las ideologías, los partidos políticos, los sindicatos y los hombres que cargan con su responsabilidad, sin argumentos relativos al mundo moderno, no saben qué decir y repiten lo de Siempre, apareciendo como boxeadores sonados en el ring de la arena política.

Un comentarista de la radio y la Prensa, Philippe Alexandre, valorado como uno de los más independientes del país, abunda ampliamente en que el abstencionismo "debe considerarse como una desautorización de primera categoría del juego político, de la clase política incapaz de renovarse y de un discurso político que no brilla ni por su modestia ni porsu verdad. Desde hace decenios, los dirigentes, en Francia, apuestan por el atolondramiento intelectual de los ciudadanos. Incluso el hecho de provocar elecciones legislativas para explotar un éxito presidencial constituye un desafío a la capacidad de reflexión de nuestros compatriotas. Sin embargo, los franceses no necesitan grandes discursos ni propagancla para forjarse una opinión. Tras juzgar positiva la cohabitación, reeligieron al presidente que había sido el artesano de la misma, y el domingo manifestaron su deseo de que se les gobierrie desde el centro, de que el Estado no sea acaparado por un solo partido y de respetar la ley de los hombres de razón y de moderación".

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