Arriesgada maniobra sobre el fin de la navaja
François Mitterrand ha realizado un peligroso ejercicio de maniobra electoral sobre el filo de la navaja con estas legislativas. El lema central de la segunda vuelta de la elección presidencial, de apertura al centro, se ha convertido en un arma contra su propio partido, el socialista, que se ha visto erosionado por su ala izquierda, en favor de los comunistas, y desmovilizado en sus propias filas por la sensación de saciedad obtenida con la victoria de Mitterrand. No ha habido, pues, la marea rosa pronosticada por los institutos de sondeo, y temida por la derecha y por el propio Mitterrand.Los socialistas han predicado la apertura hasta el límite de la imprudencia, consistente en insinuar el regalo de escaños a sus posibles socios de derecha y a los comunistas, a los que consideraban políticamente desahuciados. Pero el PCF, con el 11,32%, ha demostrado que no necesitaba gestos caritativos para poner freno a su caída y se dispone ahora a negociar con dureza las bazas que tiene en la mano.
Los comunistas tienen ya un diputado electo y, se hallan en cabeza en 29 circunscripciones, por lo que estarán en la Asamblea Nacional y, si las cosas furicionan bien en la segunda vuelta, pueden llegar a tener 20 diputados.
Los candidatos mitterrandistas no socialistas, en su mayoría paracaidistas (lanzados de improviso en circunscripciones dónde no cuentan con implantación personal), han sufrido por su parte un fuerte castigo y dificilmente entrarán en la Asamblea Nacional.
Símbolo nefasto
Aunque el PCF llamará a votar a los socialistas y radicales de izquierda que estén mejor situados, ha anunciado que no hará lo mismo con los mitterrandistas centristas, a los que considera el símbolo nefasto de la alianza de los socialistas con la derecha.
Los socialistas pueden conseguir, sin embargo, una retirada comunista en todas las ciretinscricpiones fiavorables al mitterrandismo, candidatos burgueses incluidos, a cambio de votar a, los comunistas en los casos inversos y de modificar el reglamento de la Asamblea Nacional para proporcionarles un grupo parlamentario.
Pero todo esto forma parte de la cocina electoral que funcionará, durante toda la semana, y que afectará también, en el otro lado del arco político, al Frente Nacional. Con su 9,65%, idéntico al restultado de 1986, el Frente Nacional sólo conseguirá hacer entrar algún diputado en la Asamblea si obtiene un acuerdo de mutua retirada y apoyo con la derecha. Esta circunstancia está ya descartada por los órganos de dirección nacional de la URC, aunque en algunos departamentos, como el correspondiente a Marsella, es inminente la firma más o menos secreta de acuerdos locales para frenar a los socialistas.
El Frente Nacional ha llegado en cabeza en nueve circunscripciones, todas ellas meridionales, y puede jugar de aguafiestas para la derecha en 50 circunscripciones más. De ahí el doble lenguaje que deberá practicar la derecha si desea tirar de sus votos, con acuerdos locales casi clandestinos y gestos estentóreos en el plano nacional negando todo entendimiento con la ultraderecha.
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