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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Fitzcarraldo'

Tiene mucha razón el señor Batlle Caminal cuando, en su comentario sobre la película Fitzcarraldo (5 de mayo de 1988), identifica la historia real del cauchero con las peripecias del rodaje de esa película, que, dicen, narra sus particulares obsesiones. Documentemos brevemente las coincidencias:

a) Tanto Fítzcarraldo como Werner Herzog, efectivamente, tuvieron que mantener "la misma testaruda lucha con nativos poco colaboradores": Fermín Fitzcarraldo les obligaba a trabajar en sus explotaciones caucheras (que causaron uno de los mayores genocidios en la Amazonia) y Herzog quiso obligar a los aguaruna (familia jíbara) de Wawaim a figurar como extras. Al oponerse éstos, se desplaza el rodaje 700 kilómetros al Sur, y en las nuevas localizaciones se les paga a los indios dos dólares al día... y se les cobra cinco por polaroid; se provocan batallas entre los indios figurantes y los locales, que se saldan con varios heridos graves..., y se les cura con el médico del rodaje; cuando un ingeniero brasileño dictamina que el artilugio para' izar el barco es inseguro y puede ocasionar una catástrofe entre los actores indios... se le despide.

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b) Tanto Fitzcarraldo como Herzog encontraron agobiante residir en la selva. El cauchero no se refugió en la melomanía, pues ni siquiera se tomó la molestia de acudir a la ópera de Mariaos, y el cineasta tampoco se cobijó en la historia. Eso sí, Herzog se permitió un pinito geoecológico al afirmar repetidarnente que en la Amazonia la creación no ha terminado todavía", endilgando la frasecita a "una tribu india". Pero da la casualidad de que la imagen misma de creación es ajena a las cosmogonías amazónicas, y que, además, aquel ecosistema es de los más antiguos y finalizados del planeta (de ahí su fragilidad ante la deforestación).

Pero, en fin, éstos son pecadillos que no deben ensombrecer la enjundia de todos aquellos cineastas que, ellos sí, sigueri encontrando Eldorados en el Amazonas.-

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