La familia de una joven muerta tras tragar una espina acusa a los médicos de negligencia
Mónica Santamaría García, burgalesa de 17 años, falleció en la madrugada de ayer, en la clínica Primero de Octubre, de Madrid, a raíz de una grave infección provocada por una espina que se tragó el pasado 26 de abril. La joven fue trasladada, muy grave, el pasado día 3 a Madrid desde el hospital General Yagüe, de Burgos, donde, según la familia, no se le realizaron las pruebas pertinentes. La familia planea denunciar por presunta negligencia a los médicos que la atendieron en Burgos.
La família de Mónica no se podía ayer creer el trágico final de un proceso, en principio sin importancia, que se inició el pasado 26 de abril cuando Mónica acudió a urgencias del hospital General Yagüe con una espina de pescado alojada en la garganta."Allí le hicieron unas radiografías y como no se veía nada le citaron para el día siguiente con objeto de hacerle una esofagoscopia. Pero esa prueba no se la hicieron ni ese día ni en los cuatro siguientes, limitándose en todas las ocasiones a recetarle unos antiinflamatorios", dice Pilar Estébanes, tía de la joven.
El 1 de mayo, cinco días después del accidente, la joven, tras la insistencia de los padres, era ingresada en urgencias. "El estado de Mónica era ya grave y esa noche le hicieron por fin la esofagoscopia aunque no le pudieron quitar la espina. A las pocas horas, ante una parada respiratoria, era ingresada en la UVI y de aquí la trasladaron al Primero de Octubre, pero ya no había solución: la espina la había minado ya por dentro", dice la tía de la joven.
El historial clínico remitido a Madrid por el General Yagúe, al que el EL PAÍS ha tenido acceso, parece abonar la tesis de una laguna entre los días 26 de abril y 1 de mayo: La paciente se presentó en urgencias de ese centro el pasado 26 de abril con dolor al tragar producido presumiblemente por una espina de pescado que se le había clavado en el esófago. El día 1 ingresa. Siete horas después sufre inconsciencia y depresión respiratoria, por lo que se le ingresa en la unidad de cuidados intensivos. A las seis horas del día 2 presenta una situación de sepsis -grave infección generalizada-, obnubilación, fiebre elevada, taquicardia, hipotensión y dificultad para orinar.
"Se decide el traslado de la paciente a un centro con más posibilidades de diagnóstico TAC (Tomografía Axial Computerizada)" y, de paso, lograr "el tratamiento adecuado aprovechando dicho traslado".
Mónica llega el pasado día 3 al Primero de Octubre con una inflamación grave y purulenta del mediastino, espacio existente entre los pulmones donde se aloja el corazón. Los facultativos señalaban ayer que un 85% a 95% de los pacientes que sufren esa infección no sobrevive.
Ese mismo día le abren el esófago y le limpian la zona. Hallan el foco infeccioso, pero no espina alguna.
La paciente experimenta cierta mejoría, pero la infección no remite. La infección se propaga a los pulmones, causando una neumonía e insuficiencia respiratoria, y al corazón, cuya inflamación obliga a un drenaje para evitar su taponamiento. Y en la madrugada de ayer revienta la arteria mediastínica. Mónica moría 23 días después de haber acudido a urgencias por una espina clavada en el esófago.
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