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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La política del avestruz

LA DECISIÓN de impedir la participación de Joe Bossano, ministro principal de Gibraltar, en un debate que debía emitir esta noche Televisión Española es una insensatez sólo comparable a la del avestruz escondiendo la cabeza. En primer lugar, porque quedan lejos los tiempos en los que se impedía a los españoles enterarse de lo que pensaban los demás, no fuera a resultar pernicioso para la moral y las buenas costumbres o, en este caso, para un concepto trasnochado de la integridad patria. En segundo lugar, porque las opiniones del político gibraltareño, que todo el mundo conoce ya, no dejarán, de ser independentistas por mucho que se impida su difusión. En tercer lugar, porque el interlocutor de Bossano iba a ser Fernando Morán, un buen argüidor que conoce íntimamente la problemática de la colonia británica y que fue el impulsor de la nueva política española en relación con ella. Lo que es más, este debate entre ambos ya tuvo lugar hace algún tiempo en Gibraltar y a nadie se le cayó ningún artillo de ningún dedo. Se diría que los demócratas gibraltareños están mucho mejor preparados que los españoles para debatir sobre su futuro en público.Por lo demás, si a alguien le quedaba alguna duda sobre cuáles son los conceptos relativos de independencia de las televisiones estatales (por aquello de coimparar a TVE con la BBC), basta recordar la actitUd de ambas cadenas frente a sus Gobiernos respectivos precisamente en la cuestión de Gibraltar: la BBC ha resistido las presiones formidables de Margaret Thatcher y ha difundido un reportaje particularmente dañino para el Gobierno de Londres en relación con la ejecución en la colonia de tres terroristas del IRA; por su parte, TVE ha cedido al histérico argumento de que "sólo fáltaba que diéramos las cámaras de televisión para eso", y no ha tenido empacho en suprintir su programa.

Es notable, por otra parte, la identidad de puntos de vista sobre este caso entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Alianza Popular. Ambos consideran que cualquier movimiento de Bossano por nuestro país atenta contra la unidad de España. Semejante estulticia produciría hilaridad si a la risa no precediera el sonrojo. Para los gestores de nuestra política exterior y para los dirigentes de la formación conservadora aún estamos en los tiempos en que la resistencia gibraltareña sólo podía ser vencida mediante un cerco, un cordón sanitario. Con una actitud semejante se viene a dar la razón a un buen número de gibraltareños, que desconflan, por principio, de cualquier política de buenas intenciones de España respecto del futuro de la colonia.

¿Cómo no va a ir Joe Bossano a Canarias? Los gibraltareflos quieren establecer vínculos comerciales y de transportes con el archipiélago. Bien venidos sean, porque no habrá fonna de anclar la voluntad de los llanitos si no es haciéndoles ver lo que ganarían con una unión con España. La ambigüedad de manifestar para con los gibraltareños buenas intenciones en abstracto e inquina en cuanto se trata de ponerlas en práctica es contraproducente.

Escandalizarse porque Bossano pueda llegar a hablar en TVE o con políticios en Esparía equivale a ignorar deliberadamente el futuro, el concepto de una Europa unida, las ventajas de la colaboración econónúca y del lucro conjunto. Equivale, en el fondo, a dar el. mentís a unas intenciones declaradas por el Gobierno, porque la práctica las niega.

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