Opus Dei y servicio
Tan inútil es explicar a otros lo que uno no entiende como describir bien lo que se ha mirado mal. Y eso ocurre siempre que se intenta contar lo-que-es-el-Opus-Dei, prescindiendo de lo-que-el-Opus-Dei-es: una vocación sobrenatural a santificarse en medio del mundo. No es otro el error de fondo que invalida, como información, el reportaje Al servicio del varón, publicado hace una semana en EL PAÍS. Sin tener en cuenta dos fuerzas claves, la libertad y el amor, no se puede comprender algo tan sencillo, aunque nada vulgar, como es un ideal de servicio. Dicho de otro modo, para ser del Opus Dei hay que apostar libérrima, enamoradamente, y del todo, por una vida'de servicio. Si falta el amor, el servicio no es entrega, es prestación interesada. Si falta la libertad, el servicio es servilismo humillado. Y desde esa experiencia de vocaciónfrustrada parecen hablar las anónimas informantes, ca mufiadas en el reportaje bajo unas iniciales (A. G. C. y M. R. S.) que hacen apócrifas unas declaraciones de las que nadie responde. Pero toda vez que, sin rigor informativo, se ha pretendido infamar al Opus Dei, creo de justicia hacer algunas aclaraciones, aunque sin ánimo exhaustivo, por mor de la brevedad.Se afirma que "son pocas y escogidas las numerarias que pueden ejercer su profesión". Eso es falso. Nada ocurriría si así fuera, ya que la preferente dedicación de las numerarias es la atención y formación de las mujeres miembros de la prelatura. Pero esas tareas se hacen compatibles con el trabajo profesional en cualquier parcela de la actividad civil. Por tomar la letra A del abecedario, yo misma he convivido con numerarias que se ganaban su pan, cada día, como abogadas, administradoras, agentes de seguros, aparejadoras, anestesistas, arqueólogas, arquitectos, artistas, azafatas..., o lograban marcas deportivas como atletas. Excuso al lector la relación alfabética de otras profesiones que las numerarias ejercen, no sólo en España, sino en los cinco continentes, donde la obra existe y trabaja apostólicamente.
Se dicen cosas tan estrafalarias y falsas como que las mujeres del Opus Dei "no pueden viajar en un avión porque van hombres", o que "no pueden ir a ciudades donde no haya centros de la Obra donde dormir", o que "hay que llegar a cenar a las 9.30. Yo viajo mucho y, como no dispongo de avioneta privada, suelo hacerlo en Iberia o en la Renfe, como cada quisque. Salvo los fines de semana, y no todos, raro es el día que tengo la satisfacción de cenar con mi familia de la Obra. Normalmente, para mis conferencias o reportajes en otras ciudades, me alojo en un hotel. Y, cómo yo, tantas médicos, empresarias, catedráticas, diseñadoras de moda, periodistas, diplomáticas.... etcétera, que trasiegan y trasnochan por exigencias de su profesión.
En cuanto a las profesionales de las tareas domésticas, dotadas de una rigurosa cualificación, debo decir que gracias a su trabajo -elegido libérrimamente- las residencias y centros de la Obra que ellas administran (con arte, con técnica ¡y con amor!) son auténticos hogares de familia, acogedores, serenos, limpios, alegres, atractivos y dignos.
En gran medida, por el espléndido esfuerzo de esas administradoras, se hace realidad aquello que decía el fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer: "El Opus Dei es el mejor sitio para vivir... y para morir". Aprovecho estas líneas para expresarles mi impagable gratitud.- Pilar Urbano.
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