El presidente, decepcionado con el público
, Juan Lamarca, presidente del festejo de ayer en Las Ventas, se mostraba decepcionado con el comportamiento del público, que le abroncó por no sustituir al quinto de la tarde, que estaba inválido. Lamarca comentaba al finalizar la corrida que no cambió el toro porque creía que iba a servir: "Tenía pocas fuerzas, pero no era cojo ni inválido, ni salió claudicando. Después fue bravo para la muleta, aunque, lógicamente, habría sido mejor si hubiera estado más fuerte". El presidente añadió que él respeta las opiniones del público, que en este caso no compartía, y que cumplió con el reglamento.
El único espada de los que actuaron ayer que se sentía satisfecho de su labor era Roberto Domínguez, que afirmó: "He estado por encima de los toros y no se me puede pedir más". Sus compañeros Víctor Mendes y Curro Vázquez se quejaban del escaso juego de los toros y de la poca comprensión del público.
Domínguez no generalizaba al criticar a los espectadores: "Hubo un sector de la plaza que no quería que torease al quinto, pero yo soy un profesional y me pagan para torear, que es lo que he intentado y, a veces, conseguido, a pesar de sus escasas fuerzas. La mayor parte de la gente así lo entendió y por eso me aplaudieron, aunque los que no lo hicieron estaban en su perfecto derecho y los respeto". El vallisoletano, sin embargo, no extendía sus críticas al presidente por negarse a cambiar ese toro y pensaba que al animal se le protestó ya de salida y eso arrastra a la bronca a otros aficionados. "El toro obedecía a mis engaños y era lidiable perfectamente", agregó.
Un disgustado Víctor Mendes comentaba que sus enemigos sólo le sirvieron para lucirse en banderillas, aunque tampoco en la medida que él esperaba: "Creo que estuve bien en los segundos tercios pero no a mi nivel, pues los toros no se entregaban ni transmitían". Después todo eran reproches al juego de sus dos enemigos, de los que decía que se paraban en la suerte y le miraban más a él que a la muleta. "Tenían un peligro sordo que no trascendía a los tendidos", añadía, "y en estos casos es lógico que la concurrencia también se desanime por la falta de espectáculo".
Coincidía casi al dedillo con las manifestaciones de un Curro Vázquez con mucha prisa por salir hacia el aeropuerto para marcharse a Francia, donde hoy actúa. "Los toros no servían para crear arte ni para nada", indicaba, "y creo que el público no fue demasiado justo conmigo".
Uno de los espectadores más interesados en la actuación de Domínguez era su hermano Fermín, de increíble parecido físico excepto en la barba que luce. Desde el tendido tres contemplaba sin inmutarse -ni siquiera cuando Roberto sufrió un achuchón de su primero-, la labor de su hermano: "Estoy acostumbrado a verle y por eso me comporto con esta tranquilidad". Se mostró diplomático al juzgar al presidente: "Conforme estaba saliendo la corrida, ¿quién garantizaba que el sobrero no se iba a caer tanto como el quinto?".
Babelia
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