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TRAS LA REELECCIÓN DE MITTERRAND

Francia se prepara para nuevas elecciones legislativas

Lluís Bassets

El primer ministro francés, Michel Rocard, con su nuevo Gobierno recién estrenado, reprochó ayer a los centristas, en su primera conferencia de prensa, su escaso entusiasmo para aceptar las propuestas de apertura del presidente François Mitterrand y aseguró que éste estaba estudiando muy seriamente la posibilidad de una disolución inmediata de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones de diputados. La declaración de Rocard, responsabilizando a los centristas de provocar elecciones por su negativa a participar en el Gobierno, es el signo incontrovertible del anuncio de disolución del Parlamento.

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"La apertura ya se ha efectuado y ha recibido una respuesta negativa", dijo Rocard, quien matizó algo más cuando distinguió entre una apertura "duradera, que es compartida por toda la familia socialista" y una apertura más inmediata, que ha hallado dificultades de aceptación. Rocard defendió la composición de su Gobierno, así como la presencia de personalidades consideradas como socialistas duros, para conseguir que el electorado clásico de la izquierda se sienta incorporado en el esfuerzo por superar la división de Francia en dos mitades contrapuestas. "Francia busca un nuevo equilibrio político que todavía no ha hallado totalmente", dijo. El primer ministro subrayó también la valentía de los tres miembros centristas de su Gobierno, los únicos que han aceptado el reto de la apertura.Rocard completó ayer su Gobierno con quince secretarios de Estado, con los que queda redondeado este gabinete de transición, de 42 personas, primer ministro incluido. Los nombramientos de ayer responden a la misma fórmula que sirvió para la primera tanda de ministros y ministros delegados. Aparecen algunos socialistas duros, como el tesorero del partido André Leignel, o el opositor de Jacques Chirac en el ayuntamiento de París, George Sarre. Algún barrista, como el ex ministro de Valéry Giscard, Lionel Stoleru, definido por el propio Rocard como "un prospectivista, un embajador de la nueva mayoría republicana futura". Un gaullista progresista, ex colaborador de Jacques Chaban-Delmas, como Thierry de Beaucé. Personalidades representantes de la sociedad civil, como el ex campeón de atletismo Roger Bambuck, el fundador de Médicos sin Fronteras, Bernard Kouchner, o el ex candidato ecologista ala presidencia (en 1981), Brice Lalonde.

Todo el nuevo equipo de ministros se reunió ayer durante una hora en el palacio del Elíseo bajo la presidencia de Mitterrand. Poco antes, la mayor parte de los ministros habían efectuado el traspaso de funciones con sus antecesores. El ministro de Economía, Pierre Bérégovoy, señaló los tres puntos más importantes de la política que pensaba emprender: bajar los tipos de interés, reducir el déficit público y estimular las inversiones El ministro de Justicia, Pierre Arpaillange, indicó que no pensaba profundizar en las polémicas desencadenadas por su antecesor, a propósito de escándalos que salpicaban tanto a conservadores como a socialistas.

A pesar de la escasa apertura del primer Gobierno de Mitterrand II, Rocard ha realizado algunos gestos significativos de liberalidad política, mediante la confirmación de varios altos funcionarios nombrados por Chirac, entre ellos el secretario general del primer ministro. Un portavoz de Rocard ha asegurado asimismo que "no habrá caza de brujas", para tranquilizar a quienes temen las destituciones en cadena en los grandes organismos e instituciones del Estado.

Hecho insólito en la nueva situación política, el ex presidente de la República Valéry Giscard d'Estaing, fue recibido ayer durante una hora y cuarto por Mitterrand, en una conversación que debió versar necesariamente sobre la posibilidad de la convocatoria de elecciones legislativas. Giscard aparece, en la actual situación, como la figura más destacada de la oposición, después del golpe electoral sufrido por Chirac. El ex presidente ha sido el autor de la frase "ni incorporación ni cierre en banda", respecto a los gestos de amistad prodigados por los socialistas. "No practicaremos la política de lo peor ni impediremos al Gobierno su trabajo", afirmó Giscard d'Estaing al salir de El Elíseo.

Giscard ha conseguido que ningún notable centrista se incorpore al gobierno, ha asegurado que no habrá voto de censura contra el Gobierno y ha prometido juzgarlo por sus propuestas de ley y por sus actos. La intención del anterior inquilino del Elíseo es que los socialistas accedan a cambiar la ley electoral, introduciendo una dosis de proporcionalidad antes de convocar las elecciones, para evitar la actual alternativa, mortal para el centro, entre aliarse con el Frente Nacional o desaparecer.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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