Pareja en guerra

Tras el escaso rendimiento comercial de La llama sagrada y fresco todavía el grato recuerdo de La mujer del año, los productores de la Metro volvieron a la fórmula de la comedia para Katharine Hepburn y Spencer Tracy, al contraste de sus personalidades, recalando en una pieza teatral de Philip Barry que narraba la historia de un científico que en días de guerra y en Washington conoce a una viuda, con la que se casa por una necesidad práctica y con la que, hasta el final de la película, se llevará muy mal, dando honor al título: Sin amor.

Philip Barry era el mismo de Historias de Filadelfia, pero esta obra estaba exenta de la sutileza de aquélla y sí algo cargada de un sentimiento patriotero poco frecuentable. Por otra parte, nadie había aquí como Cukor dirigiendo la función, ni siquiera como George Stevens, sino el muy anónimo Harold S. Bucquet, que ya había trabajado con la Hepburn sustituyendo a Jack Conway en Estirpe de dragón, y que fallecería poco tiempo después sin dejar excesivos recuerdos en las páginas del cine. Sin amor, por tanto, necesariamente ha de ser una película de actores: muy bien, como siempre, el tándem protagonista, pero atención a dos mayúsculos comediantes que aquí están soberbios, Lucille Ball y Keenan Wynn, que en las escenas en que aparecen arrasan.

Sin amor, a las 22.25, por TVE-1.