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Procesado un policía que dejó parapléjico a un joven de un tiro

Amelia Castilla

, La Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid ha procesado al policía de la escala básica Miguel Carrascosa Garrido por realizar, "sin la diligencia que le era exigible, unos disparos en el curso de una persecución policial". Una de las balas, disparadas "sin ánimo de matar", según el auto de procesamiento, alcanzó a Francisco Javier Quintana León en la médula, lo que le provocó una paraplejía. Cuando el herido estaba en el suelo, "el policía le propinó una patada en la cara, como consecuencia de la cual [el joven] perdió uno de los incisivos".

El policía se encuentra en libertad provisional, y la Audiencia declara como responsable civil subsidiario al Estado, que tendrá que prestar una fianza de 15 millones de pesetas. Los hechos denunciados se produjeron el 19 de julio de 1986, y todavía están pendientes de juicio.Francisco Javier Quintana robó ese día una furgoneta cargada de pollos frente al mercado de Fuencarral.

Alertada por los gritos de los comerciantes, una patrulla de seguridad ciudadana que pasaba por el lugar del suceso inició entonces la persecución del coche robado. A la altura de la carretera de Andalucía, la furgoneta quedó inutilizada por los disparos que realizaron los agentes Francisco Javier Quintana intenté entonces escapar corriendo a campo traviesa.

El agente realizó en ese momento varios disparos "que alcanzaron al perseguido y le causaron lesiones que tardaron en curar 270 días, quedándole como secuela una paraplejia. Una vez que el joven se encontraba en el suelo, le propinó una patada en la cara", según consta en el auto de procesamiento.

Pilar Luna, abogada de la acusación particular, ha interpuesto un recurso de súplica contra el citado auto en el que se plantea que "la libertad del procesado crea inseguridad ciudadana en la medida que deja que el procesado siga haciendo uso de las armas". La abogada plantea también que existe un trato diferencial con respecto a otros procesados: "Los presos comunes son enviados desde el primer momento a prisión, y el policía ni siquiera ha sido suspendido de empleo y sueldo".

Antes de ser herido y quedar parapléjico, Francisco Javier pasé por varios colegios de protección de menores. A los 13 años ya se inyectaba heroína. Está conceptuado policialmente como un niño delincuente. Tiene nueve hermanos; uno de ellos murió, dos meses después de que él fuera herido, cuando se estrelló con un coche robado. Su madre es una de las afectadas por el síndrome tóxico, y su padre cobra una pensión de 27.000 pesetas como inválido permanente.

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