La Francia política del día después
La victoria de uno u otro candidato puede cambiar el mapa de los partidos
, La cuestión más importante del voto de los franceses en la elección presidencial de hoy no son los programas de los dos candidatos, que no ofrecen grandes diferencias ni implican modelos de sociedad contrapuestos, sino el lugar del tablero político donde sentará sus reales cada uno de los dos aspirantes a la presidencia en caso de victoria. Si vence Jacques Chirac, el sistema de partidos francés evolucionará con más lentitud de la prevista. Si Mitterrand se mantiene en la presidencia, el futuro dependerá de la ventaja que saque a su rival.
Chirac intentará soldar las grietas abiertas entre su partido, la Asamblea para la República (RPR), y la Unión para la Democracia Francesa (UDF), principalmente con los sectores centristas, y desarrollará toda una estrategia destinada a neutralizar el Frente Nacional de Jean-Marie le Pen. Para gobernar cómodamente deberá premiar a los sectores más centristas, reticentes ante las maniobras de atracción del electorado lepenista, al que, por otra parte, deberá dirigir constantes signos de complicidad.Chirac necesita todos y cada uno de los votos de la derecha para contar con el apoyo de la Asamblea Nacional. Su Gobierno estará ampliamente abierto al centro en el reparto de carteras, pero también hacia la extrema derecha en el lenguaje. En correspondencia con la doble vertiente, dos personajes pueden jugar un papel central en el nuevo Gobierno conservador: el dirigente del Centro de Demócratas Sociales (CDS), Pierre Méhaignerie, y el actual ministro del Interior, Charles Pasqua.
Seducir al centro
Si vence Mitterrand, como pronosticaban todavía las últimas encuestas (no publicables en Francia desde el pasado doiningo), se abren dos posibilidades distintas, según sea el margen de la victoria. Una victoria muy ajustada puede situar a Mitterrand en una compleja situación: la seducción sobre los centristas difícilmente tendrá resultados positivos, en consonancia con su escaso apoyo electoral. El presidente de la República no tendrá más remedio que formar un Gobierno con sus amigos socialistas, cuya estabilidad dependerá de su capacidad para proponer una pobtica de centro y de eludir la presión del partido socialista y el endurecimiento ideológico. Dependerá también de la actitud de los centristas, en principio dispuestos a no apoyar el voto de censura y a escuchar las propuestas del nuevo Gobierno. Mitterrand, en este caso, será prisionero de su propio partido y contará con un escaso margen de maniobra para su proyecto de mapa político.
Si Mitterrand vence por un amplio margen (más del 53%), el presidente tendrá las manos libres para entrar a fondo en el pacto con los centristas. La paradoja de esta elección es que cuanto mayor sea la victoria de Mitterrand mayor puede ser la apertura de los socialistas hacia el centro. El partido socialista verá su papel limitado hasta el punto de que el primer ministro podría no salir de sus filas. No se descarta, en este sentido, un perfil y un nombre como el de la ex ministra y ex presidenta del Parlamento Europeo Simone Veil. Esto significaría el estallido de la actual mayoría y situaría a Chirac y a la RPR en un difícil punto muerto, laminado por el acercamiento entre el centroy el socialismo y por la fuerza del Frente Nacional.
Entre un 4% y un 5% de los votantes van a determinar hoy el futuro del sistema de partidos francés, y más en concreto, algo que preocupa en Francia y en toda Europa, como es el margen de maniobra con que va a contar la ultraderecha y su casi 15% de electores. Con Chirac, Jean-Marie le Pen intentará realizar una oposición de derechas, pero se hallará constantemente empujado a aportar su apoyo a la derecha clásica frente a la oposición socialista. Con Mitterrand, Le Pen intentará convertirse en el núcleo más duro y radical de la oposición de derechas. En todos los casos, la actual mayoría conservadora se hallará desgarrada entre la tendencia a la alianza con el Frente Nacional, y la tendencia del centro a adquirir personalidad propia como partido bisagra.
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