La probable expulsión de una dirigente agudiza la crisis del comunismo portugués
La crisis interna que se cuece desde hace seis meses en el Partido Comunista Portugués (PCP) tendrá esta semana un punto culminante al discutirse en la reunión del comité central que se celebrará en Lisboa sobre la probable expulsión de Zita Seabra de la comisión política.La popular ex diputada comunista, que fue hace cinco años la locomotora de la discutida ley del aborto, es acusada de haber proporcionado informaciones acerca de las discusiones en la cúpula del partido a los disidentes, encabezados por Vital Moreira, otro ex diputado y actual representante del PCP en el Tribunal Constitucional.
La necesidad de sancionar a la dirigenta ha provocado un enfrentamiento entre partidarios de un castigo ejemplar y moderados, asustados por el clima de rebelión interna que la acción disciplinaria puede provocar.
La crisis es una de las consecuencias de las reformas impulsadas por el líder soviético, Mijaíl Gorbachov. Los moderados se limitaban a proponer la adopción, en el próximo congreso del PCP, previsto para noviembre, de algunas medidas ya consagradas por el Partido Comunista de la Unión Soviética: sufragio secreto para la elección de los delegados y de la futura dirección, descentralización, refuerzo de la democracia interna y reflexión acerca del programa y de los objetivos de los comunistas portugueses para la próxima década.
La reacción de los conservadores fue tan brutal que hizo pedazos los esfuerzos para militar la polémica dentro de los "órganos competentes del partido" y obligó a los propios soviéticos a interesarse por el caso portugués.
La lucha sorda contra los vientos que soplan de Moscú ha dado lugar en Portugal a episodios tragicómicos, como la suspensión de la distribución de la edición portuguesa del semanario Vida Soviética, que imprime 17.500 ejemplares y que desapareció de los quioscos y de los locales del PCP; o el corte del envío a los dirigentes nacionales del servicio de prensa de la agencia soviética Novosti, que los militantes más curiosos tratan de conseguir directamente de la embajada o de los corresponsales soviéticos.
Es una curiosa experiencia de clandestinidad al revés, en la cual los censores ya no pertenecen a la policía del poder capitalista, sino al aparato del partido, presto a denunciar los elementos hostiles a la dirección.
Cunhal, la esperanza
Todos hasta ahora se abstienen de criticar al líder, el secretario general Alvaro Cunhal, para no limitar la capacidad de maniobra del único dirigente de quien se espera una sentencia salomónica que pacifique el tercer partido portugués. Los socialistas esperan que Cunhal no consiga domar los dinosaurios que alimentó durante años: sería entonces el principio del fin del PCP, del por ellos denominado "anacronismo de la izquierda portuguesa", la vía libre para la reorganización de la izquierda democrática en torno del partido socialista.
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