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Entrevista:EL INTERROGANTE DE LA ECONOMIA NORTEAMERICANA /2

"La duda no es si se producirá la recesión, sino cuándo"

Entrevista con Allen Sinai, economista jefe de Boston Co. Economic Advisors

, Su cara aparece este mes en la portada de la revista Money, un . mensual de gran tirada especializado en inversiones. Ofrece consejos de cómo invertir seguro en la actual incertidumbre del mercado. Allen Sinaí, economista jefe de Boston Co. Economic Advisors, la filial de análisis de Shearson Lehman Hutton, se ha convertido en el gurú de moda de Wall Street, una vez que Henry Kauffman se retirara a los cuarteles de invierno tras los pasajeros reveses financieros sufridos por su antigua firma, Salomon Brothers. Su pronóstico: más que recesión habrá estancamiento en uno o dos años.

Profesor de Economía de la Universidad de Nueva York, Sinaí estima que en la economía no ha impactado especialmente el crash de octubre, pero está convencido' de que el sector financiero y bursátil ha quedado marcado por la jornada del 19, cuando el Dow Jones perdió un 23% en un solo día. A su juicio, la economía norteamericana sigue boyante, pero es inevitable un período de estancamiento a plazo fijo. Aunque es improbable la, recesión de corte clásico que otros anticipan, la duda que persiste no es determinar si se producirá el final de la expansión, sino cuándo.Pregunta. Seis meses después del crash de octubre, ¿cuál es la situación de la economía norteamericana?

Respuesta. La situación general es buena, después de un lento inicio del año. El sector industrial y manufacturero está fuerte, las exportaciones aumentan, la inversión continúa creciendo y el sector inmobiliario incluso incrementa sus ventas. En el primer trimestre el crecimiento del producto nacional bruto (PNB) va a ser inferior al del último trimestre del pasado año, como consecuencia del declive de existencias. Pero, en términos generales, la situación es buena.

P. ¿Cuáles han sido los efectos del crash sobre la economía?

R. Es muy difícil contemplar efectos significativos de la baja de Wall Street en octubre sobre la economía, con excepción, claro, del lado de los beneficios o plusvalías bursátiles. Ha habido, claro está, una reducción del gasto privado y de la compra de casas. Pero fue al principio, y no muy apreciable. El índice de confianza en la economía que elabora la universidad de Michigan se encuentra hoy por encima del de octubre, días antes del 19. La inversión empresarial no se ha visto afectada. Hoy, curiosamente, se puede uno imaginar que, desde el punto de vista de la economía, el crash no existió.

Otra cosa es el sector financiero. Aparte de la reducción de beneficios, se han perdido algunos puestos de trabajo. La incertidumbre creada en el sector es también preocupante. Nueva York estaba al pleno empleo antes del crash. Ahora el paro ya se nota en algunos sectores.

Caídas menores

P. ¿Usted cree que el día 19 de octubre puede repetirse?

R. Por supuesto, aunque con matizaciones. La experiencia histórica demuestra que acontecimientos como los de octubre dejan sus secuelas. Otra lección histórica, al menos en Estados Unidos, es que cuando nuestra economía se acerca al punto máximo de utilización, la capacidad industrial y la inflación comienzan a repuntar, se atraviesan momentos difíciles en el sector financiero, con subidas de tipos, tensiones monetarias en el sector privado, etcétera. Todo ello tiene su efecto en la bolsa.

Esta vez el problema es más complejo, porque los acontecimientos se producen a nivel internacional. El problema ahora es ver qué pasa con el dólar y el resto de las monedas, la vinculación. entre un dólar devaluado y la inflación, sus efectos sobre los tipos de interés, la reacción del Sistema Federal de la Reserva sobre estos acontecimientos y la actitud de los inversores extranjeros y tenedores de acciones estadounidenses ante la evolución de nuestra economía.

Hay, creo yo, un nuevo elemento en esta crisis para el que no existen referencias históricas. El factor internacional hace distinta la situación a otras que vivimos, en el pasado. ,

P. ¿Es inevitable, pues, una recesión?

R. Todo apunta hacia ella o, por lo menos, a un estancamiento. Es posible incluso que lleguemos al punto de generar una. No creo, sin embargo, que vayamos a vivir de nuevo un baja de 500 puntos en el índice Dow Jones en un solo día. Quizá se puedan producir bajas de 200 o 300 puntos a lo largo de varios días, pero el elemento conductor de la nueva situación va a ser la incertidumbre o la inestabilidad financiera: altos tipos de interés, tipos de cambio erráticos, estrechez monetaria, fracasos bursátiles y empresariales.

P. ¿Cuándo puede producirse esta situación?

R. Es difícil decirlo. Para mí no es una cuestión de si se va a producir, sino cuándo se va a producir. Creo que se la puede esperar para la segunda mitad del próximo año. Pero yo no anticiparía una recesión como tal, sino un claro estancamiento económico `

P. Cuál será el desencadenante de esta situación?

R. El principal problema que tiene hoy el mundo occidental son los desequilibrios globales, es decir, los déficit fiscal y comercial norteamericanos y los superávit por cuenta corriente de Japón, la República Federal de Alemania y los denominados nuevos países industrializados (NPI), centrados casi todos en Asia. Todo esto va a llevar al dólar a una mayor depreciación y a las monedas japonesa y alemana hacia una apreciación. La inflación empeorará en Estados Unidos, previsiblemente, y el dólar dejará de ser atractivo. Al tener necesidad de financiar nuestros déficit, la situación aumentará en espiral. Todo esto significará tipos más elevados, tensiones monetarias y problemas bursátiles.

Pocos remedios a corto

P. ¿Qué es lo que puede hacer la Administración para evitarlo?

R Esta Administración ha hecho, todo lo posible para corregir el problema del déficit fiscal. En tal sentido, no se puede descartar que los pasos dados en esta dirección permitan una corrección del problema durante la próxima Administración. Para el mes de marzo de 1989 la comisión presupuestaria formada después del crash habrá presentado sus conclusiones. Es posible que esta comisión produzca una serie de recetas que permitan resolver el problema, tal como hizo hace unos años la comisión creada sobre seguridad social. Quizá el próximo presidente tenga un panorama en el frente fiscal mucho más favorable, pero por ahora la situación es dificil.

P. ¿Habrá que recurrir a subir los impuestos y acabar con la filosofía físcal de Reagan?

R. Desde luego, no durante este año. Aparte de ser electoral, es imposible técnicamente. Y si se recomienda para el próximo, su efectividad no llegará hasta 1990. El mecanismo fiscal está ya marcado por el acuerdo de la Casa Blanca y el Congreso.

P. ¿Y qué soluciones puede haber en el frente comercial?

R El déficit comercial está reduciéndose, pero el problema es que es tan elevado que las mejoras todavía no son suficientes. Claro está, eso crea impaciencia fuera de Estados Unidos, especialmente entre los inversores. Para resolver el problema lo que se necesita es una mejora sustancial del déficit comercial, lo que no parece inmediato.

Con todo, yo creo que se va a producir una mejora del orden de 30.000 millones de dólares durante este año en el déficit comercial y en parecido nivel en el déficit por cuenta corriente. Las previsiones son incluso superiores para los dos años siguientes. Pero ambos déficit permanecerán elevados y provocarán un incremento de nuestra deuda externa expresada en dólares. Luego está el problema de la previsible inundación de dólares en el resto del mundo.

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