Cataluña, en su milenario

Cuando se está a punto de celebrar el milenario de Cataluña a nivel institucional, como catalán deseo exponer unas reflexiones personales. La historia de un pueblo no puede desligarse de la cultura. Barcelona, como capital del Principado y ribereña, ha sido y es zona de paso y arribaje de gentes de las costas mediterráneas y del interior con costumbres y mentalidades diversas, que al recalar en la urbe han ido tomando cuerpo propio. Al igual que en otras ciudades con puerto en el Mediterráneo, que han ido absorbiendo, aglutinando, catalizando y renovando sus energías vitales y culturales, este mestizaje ha ido creando una personalidad propia. ¡Qué difícil sería imaginarme el Pirineo leridano, donde he visto mis primeros días, sin ese románico primitivo, la Barcelona modernista de Gaudí, Puig i Cadafalch y Domenech i Montaner, el GATCPAC o las experiencias contraculturales de los primeros años de lo setenta, en la que participaron entre otros, el malogrado Ocaña y Nazario! Ningún movimiento arquitectónico fue creado en Cataluña, pero en ella tomaron su propio lenguaje; el underground de los setenta fue tomado de los ideales hippies americanos y europeos como británicos y holandeses, pero recaló en Barcelona con su peculiaridad.-