Viaje del vicepresidente
El automóvil del vicepresidente de la pequeña república se detuvo frente a las taquillas del transbordador del lago Victoria. La temperatura era superior a los 40 grados, y el vicepresidente sudaba a chorros a pesar del aire acondicionado. Súbitamente, los ocupantes de algunos de los coches que formaban la larga cola de espera apretaron sus vehículos contra la entrada y bajaron a increpar al dignatario que intentaba colarse. La respuesta fue inmediata: la guardia personal que acompañaba a la comitiva abrió fuego contra la caravana de vehículos y asesinó a 28 hombres, mujeres y niños, tras lo cual dispersó a machetazos a los supervivientes.Unos miles de kilómetros más arriba, y ante una situación similar, el vicepresidente de un país mediterráneo dio marcha atrás y ordenó llamar un avión de la fuerza aérea del país para que les transportara a él y a su familia. Vino a tardar más o menos lo mismo en llegar que si hubiera respetado la cola y ocasionó una absurda polémica más y un gasto grotesco para sus conciudadanos.
Unos miles de kilómetros más arriba, en cierto país nórdico, un empleado del despacho del vicepresidente entró en la oficina, se sacudió la nieve del abrigo, se sopló en las manos para calentarlas y canceló la orden de espera dada con antelación al avión presidencial, una vez supo que el consejo de la capital había sido anulado y que su excelencia simplemente continuaba sus vacaciones. Éste cruzó cómodamente el Kattegat por una discreta entrada prevista asimismo con antelación y recorrió el largo trayecto en menos tiempo, y de un modo menos dramático, que sus colegas africanos. Como se ve, aún tenemos suerte, y no sólo con el clima.- Gian Castelli-Gair
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.