Fin de curso

El primero de los dos conciertos con los que la Escuela de Música Creativa celebra el segundo aniversario de su implantación en Madrid duró más de cuatro horas. El Taller de Músicos, los rescoldos de la Asociación Pro-Jazz y esta escuela engloban a la práctica totalidad de los músicos y aprendices dejazz en ejercicio en Madrid. La Escuela parte de un planteamiento abierto -al jazz, a la música clásica y a la música moderna- y en su cuadro de profesores están músicos de la solvencia de Horacio Icasto, Juan Carlos Calderón o Carlos Carli. Cuatro fueron los grupos que intervinieron.Abrió la velada Agua Tónica, un cuarteto que practica un jazz eléctrico y llamativo, pero que no presenta resueltos algunos problemas de expresión. Destacan en la formación los hermanos Grecco: Anahi, una pulcra bajista con pinta de llegar a hacer muchas cosas, y Osvaldo, un guitarrista que presta gran parte de la contundencia que el grupo puede llegar a poseer. Particularmente, puedo confesor que el sonido de teclados me llegaba más bien por la zona de la perforación.

Luego vino Amalgama, un quinteto de original fusión flamenca. Dos guitarras españolas-y flamencas- encuentran contrapunto rítmico en una tabla india y unas congas latinas. Los cuatro ensamblan bien, suenan y en su discurso no es difícil pensar en una suerte de Oregon -el grupo de Ralph Towner- en opción de por aquí, por el Sur. El papel que no queda muy claro es el del quinto hombre, flautista, cuya dicción no parece encajar en el plano que debiera.

Fusión eléctrica

En tercer lugar compareció Jaime Muela, en cuarteto, con un tecladista que a veces decía cosas bellas. Muela se aplica a la flauta -en la que puede resultar desvaído- y al tenor, en el que ha encontrado un sonido bonito. En este concierto, el tenor Muela estuvo bastante por delante del flautista Muela.Para el fin de fiesta estaba MCMLXXXVI, una banda de fusión eléctrica, situada hoy en la delantera de la escena local. Recientemente se habló de ellos en estas páginas y sucesivos conciertos parecen confirmar su explosión de madurez. En la velada del viernes volvieron a hacer bien las cosas -sus cosas- y Antonio Saúco, en los teclados, y Pepe Marchante, en la guitarra, adquirieron papel protagonista.

Pero esta banda es, de verdad, un quinteto y nada pasa sin que todos anden por ahí. Trabajan sobre material propio y en sus temas hay buenas dosis de inteligencia en la construcción.