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COPAS DE EUROPA DE FÚTBOL

Al Madrid le sobró confianza y le faltó imaginación

Alex Martínez Roig

El Real Madrid al completo -entrenador, jugadores, directivos y aficionados- afrontó el partido de ayer excesivamente relajado. Tras eliminar al Nápoles, con un Bernabéu vacío y un respetado Maradona, al Oporto campeón de Europa, y al Bayern Múnich, la bestia negra histórica, el palmarés del PSV era recibido con cierto escepticismo. Había marcado 105 goles; de acuerdo, pero la Liga holandesa es flojita Estaba en semifinales europeas; muy bien, pero los rivales no habían sido excesivamente peligro sos y se había clasificado con apuros.Tenía fama de equipo compacto; impresionante, pero en los vídeos que habían visto los jugadores madridistas se veían muchas lagunas defensivas, y, desde luego, el conjunto aparecía a los ojos blancos como claramente inferior a Nápoles, Oporto o Bayern. Y en esa relajación, en ese convencimiento de que el escollo no era esta vez tan duro, estuvo el error del Madrid. Le quedan 90 minutos para rectificar.

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El partido, sin embargo, comenzó muy bien para el Madrid. A los cinco minutos, el listo de Hugo provocaba un penalti recibiendo, como antes entraban a matar los toreros, al portero holandés. Le vio venir, y no movió ni un músculo hasta sentir el choque físico. El Madrid, por entonces, veía comprobados sus auspicios optimistas. Controlaba el balón, presionaba a los defensores holandeses, tenía acorralado en su campo al PSV, y entraba con facilidad, aunque no creaba ocasiones de gol. Pero ese no era un problema, pensaban los madridistas. Era cuestión de tiempo.

El esquema defensivo del PSV no era ninguna tontería. Sahedores de su torpeza en el uno contra uno con espacios libres, los holandeses dispusieron unos marcajes individuales en los que, a semejanza del baloncesto, funcionaban las continuas ayudas. Van Aerle se emparejó con Butragueño y Nielsen con Hugo Sánchez, mientras Koeman, tan buen jugador como bocazas, quedaba como hombre libre en el centro. En los laterales, Linskens y Gerets se turnaban para cerrar las incursiones de Górdillo o Martín Vázquez, y Heintze se bastaba para frenar a Michel. En el centro del campo, Lerby defendía a distancia a Jankovic. El PSV, sin embargo, daba una imagen de torpeza. Se empeñaba en salir con el balón controlado en defensa, pero cometía muchos errores en el pase que permitían nuevos ataques madridistas.

Todo parecía controlado, cuando, de repente, Arnesen envió un balón entre dos defensores, Linskens se convirtió en el primer holandés que entró en el área madridista, y el balón acabó en la red. Nunca en esta tempo rada europea se había producido un silencio semejante en el Bernabéu. De repente, un mazazo recibido en la frente despertaba a 11 jugadores y 90.000 espectadores que no se creían lo que estaban viendo.

El Madrid tardó en despertar, y el PSV aprovechó ese tiempo para asentarse en el campo y mostrar sus cualidades. Fútbol al toque corto, apoyos constantes, lentitud en el demarraje desde la defensa, y velocidad punta en los ataques.

El control del juego parecía seguir en manos del Madrid, pero era una impresión ficticia. El Madrid jugaba sin imaginación, sin saber cómo utilizar sus recursos en las bandas o cómo lanzar a Butragueño hacia los espacios libres que tanto le gustan. Y, además, le faltaba su tradicional suerte. Por ejemplo, un remate de Hugo Sánchez (m. 36), con el portero ya superado, lo sacó Koeman bajó los palos.

En la segunda mitad, la situación se hizo aún más crítica. Koeman abandonó su posición atrasada y pasó a dirigir a su equipo cuando subía el balón. Vanenburg, quizás el más técnico de los holandeses, entró más en juego, y, en punta, Kieft supo aguantar el balón en espera de la llegada de sus compañeros.

El Madrid estaba espeso, y en 45 minutos sólo creó peligro en un nuevo remate de Hugo Sánchez (m. 47) y en un tiro lejano de Gordillo (m. 61), salvados ambos por Van Breukelen. La respuesta era peligrosa. El PSV, menos tímido, ponía a prueba al nervioso Buyo con una intemada de Koeman (m. 52) y con un tiro de Gerets (m. 54).

Beenhakker tampoco supo encontrar las ideas que le faltaban a su equipo. Probó cambiando a Llorente por Jankovic, y creó siete minutos de desconcierto hasta que Gallego sustituyó a Camacho para tomar las riendas del equipo. Pero tampoco sirvió de nada. El Madrid estaba anonadado, sorprendido, sin capacidad de reacción, sin la alegría ofensiva de este año.

La suerte, porque aún queda algo de suerte para el Madrid, es que restan 90 minutos en Holanda y 15 días para tomarse muy en serio a este PSV Eindhoven.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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