Críticas a Savater
No sé si la historia la hacen los hombres, pero es seguro que son los que la cuentan. Detrás de cada historia hay un hombre que se contenta contándose su vida. El hombre, al final, cuenta su historia desde donde está, desde su vida.En el bicentenario de Schopenhauer viene al pelo recordar su concepción del mundo como resultado de las fuerzas irracionales que constituyen esa voluntad de vivir. En su respuesta por remediar la tragedia de la irracionalidad se percibe cierto racionalismo irracional en cuanto trata de someter las fuerzas irracionales a la razón, que ningún peso tiene en el hombre.
En la crítica al artículo de Savater quizá yo también sea preso de una contradicción parecida.
No es mi intención recalcar las diferentes visiones que sobre el problema democrático de Euskadi mantienen Savater y Sádaba. Es más importante y previo señalar el cómo no debe ser la defensa de una posición. El cómo que no deseo se refleja en la historia que cuenta en su artículo. Dos observaciones:
1. La forma digna de rebatir otro punto de vista (en este caso, el de Sádaba -que, por cierto, en aquel ambiente hostil para Savater trató de arroparle de una forma elegante-) es la de analizar sus argumentos. Esa dignidad brilla por su ausencia en su artículo. Está presente, sin embargo, mucha palabra vacía, ridiculización de un pensamiento decididamente por la paz Sádaba es uno de los pocos pensadores que ha tratado de desdramatizar la guerra en la que estamos inmersos-, convirtiéndolo, por una parte, en un pensamiento. sin contenido y, por otra, en un pensamiento guerrero y presto a suscitar una confusión partidista. Pero, fundamentalmente, lo que se percibe es mucho odo en la interpretación que hace de Sádaba.
2. Se presenta como pensamiento sabio y crítico, pero ninguna de las dos cosas es aquel que desprecia al público de cuyas intervenciones sólo recuerda las más adecuadas para ridiculizar. Quiero señalar que aquella noche no contestó prácticamente a nada. Ahora, desde EL PAÍS trata deesconder sus debilidades sapienciales y críticas como con aquello de que "... la índole del público ni del acto mismo parecían aconsejar una pretenciosa incursión por los océanos de la filosofia política...".
Quiero terminar diciendo que todavía espero que detrás de cada historia haya un hombre movido por fuerzas irracionales entre las que la fuerza del odio no sea la más fuerte. Que cada uno cuente su historia, pero toda la historia, y, sobre todo, sin odio. "Una negociación previa a la negociación misma" -eso que para él es tan jocoso-, entre otras cosas, consiste en aclarar estilos de actitudes negociadoras cuya expresión no debería ser el odio y el desprecio-
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