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LA ÚLTIMA GRAN COLECCIÓN PRIVADA

Durero en el salón

P. S. Los amigos del barón Thyssen y sus numerosos visitantes han podido comprobar que los cuadros, un Durero, un Rafael, una vista sobre Venecia de Turner o un Picasso, hacen parte de la casa con la misma naturalidad que las transparentes tazas del café. Según testimonios, los lugares de privilegio son los dormitorios, decorados en Lugano, en Londres o en Oxfordshire con una grandeza de novela, sobre todo con impresionistas. Los principales capítulos de esa colección son los maestros clásicos, y entre ellos los grandes; los impresionistas, no muchos pero hoy día imposibles de encontrar en el mercado, la vanguardia rusa, los expresionistas y la pintura americana.

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Del castillo de Rohoncz a la Villa Favorita

La colección del castillo de Rohoncz comenzó por el norte. Antes de la guerra, el padre del actual barón se hizo con algunas obras de primerísima categoría, como el único Durero que al parecer existe en colecciones privadas, y centró sus esfuerzos en la pintura de países fríos: entre otros, Holbein, Altdorfer y Frans Hals, un pintor que tenía la facultad de ponerle de buen humor.Esta colección -exhibida por primera vez en 1930 en la Nueva Pinacoteca de Munich- llegó pronto a la cifra de 400 cuadros y no cabía ya en la Villa Favorita en 1939, por lo que se procedió a una primera ampliación. Destacaban ya obras de Ticiano, Rembrandt, Fragonard y El Greco, y en los años siguientes, Fra Angelico, Caravaggio y Memling.

Es difícil, y en todo caso discutible una selección con las piezas principales de la colección, según opiniones de especialistas, pues son muchos los grandes maestros entre los 570 cuadros que componen la parte clásica de la colección. Algunos de los cuadros de incuestionable valor son los siguientes. Jesús entre los doctores, de Durero. Comprado en 1930, fecha en al que esta adquisición era ya extraordinaria, es el único Durero que se mantiene en manos privadas.

El barón dijo a este periódico que una de sus frustraciones de coleccionista es no poseer un Rembrandt tardío, época en la que al parecer alcanzó la suma maestría. Aún así posee un Autorretrato tan magnífico que fue seleccionado para figurar en el billete holandés de 1.000 florines.

Además de una Madonna de Fra Angelico, el retrato de Ghirlandaio de Giovanna Tornabuoni, de perfil puro, da una idea de hasta dónde podía Hegar la pintura humanista de la Florencia del siglo XV. Ese es el cuadro, ha dicho el barón alguna vez, que se llevaría a una isla desierta... si no fuera demasiado frágil para viajar. Perfil también inolvidable es el de Guidobaldo da Montefeltro, pintado por Piero della Francesca. ,

El Cristo y la Samaritana forma parte de un famoso retablo del altar mayor de la catedral de Siena, encargado a Duccio en 1308. Posteriormente pasó por las manos de grandes coleccionistas: Ch arles Fairfax Murray, Joe Duveen, Rockefeller, hasta que llegó a manos de Thyssen, en 1971.

El cuadro más caro comprado por Thyssen es Paradise, de Tintoretto, por el que pagó 5 millones de libras esterlinas en 1980 (más de 1.000 millones de pesetas al cambio de hoy). Es el estudio preparatorio del gran cuadro homónimo, inspirado en el Paraíso de Dante.

El regreso del tío Paquete

Entre las obras españolas que regresarán, de ser Madrid elegida como depositaria de la colección, figuran un soberbio Retrato de Princesa española (presumiblemente Juana la Loca), de Juan de Flandes, y el magnífico retrato del Goya negro El tío Paquete.

Sólo en 1961, mediante la compra de una acuarela de Eric Nolde, el actual barón abrió su colección al arte moderno, iniciativa que dobla el interés de su colección para los españoles, pues los museos de este país son terriblemente pobres en arte moderno.

Esta parte de la colección abarca desde el impresionismo hasta nuestro medio siglo: Kokoschka, Bracque, Gris, Léger, Mondrian, De Chirico, Dalí, Miró, Chagall, Giacometti, rs,upka, Delvaux, Bacon y Picasso, autor de un Arlequín con espejo, de 1923, y de una serie cubista famosa.

Arlequín con espejo, pintado por Picasso en 1923, fue comprado por Thyssen en una subasta hace unos años, y le costó más de un millón de dólares (111 millones de pesetas). Pese a ello decidió su compra en treinta segundos. "Es un hombre obsesionado por coleccionar", declaró un marchante de arte de Londres.

Piezas magníficas de la colección moderna son una Amazona de frente, de Eduard Manet, que tiene esa sobriedad característica del pintor, y otras obras impresionistas. Por ejemplo, unos Descargadores de Arles, de Van Gogh, un paisaje europeo de Gauguin y otro de su época posterior, en las islas, dos figuras humanas de Toulouse-Lautrec, un jardín de Renoir, un campesino y un huerto de Cézanne, y tres temas característicos de Degas: una bailarina, una señora en su aseo, unos caballos.

Serie mayor de la colección son los expresionistas alemanes. Según ha dicho el barón, comenzó a comprar estos cuadros precisamente por el nazismo les consideraba creadores de un "arte degenerado": obras de Kirchner, Nolde, Mueller o Grosz.

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