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Ante el congreso de los socialistas andaluces

El Viernes de Dolores de esta Semana Santa sevillana habría sido más fiesta de guardar que otros años para José Rodríguez de la Borbolla y Camoyán, presidente de la Junta de Andalucía y todavía secretario general de los socialistas andaluces. El V Congreso Regional del PSOE-A será un congreso decisivo para el futuro político de Borbolla, ese hombre que ya empieza a ser entrañable por su lucha tenaz en conservar lo que él cree que le pertenece por el derecho que confieren las urnas. Sin embargo, hay muchos que, afirman que si Felipe no hubiera bajado al Sur para ofrecer su cara junto al poste de Pepote, éste no sería hoy presidente andaluz con la comodidad que ofrece una mayoría absoluta en el Parlamento y la Docilidad de un gobierno monocolor. Pero sea lo que sea, aquí de lo que se trata es de poner en el rango que merece, por su mérito, la ejemplar cabezonería de Borbolla, su tozudez y aguante, al no haber tirado la toalla ante la irascible legión de los guerristas. Esta actitud tiene doble mérito por estos pagos sureños, donde a las primeras de cambio damos la espantá antes de permanecer en la actitud de seguirla y conseguirla con tesón.Algo va a quedar claro a partir de este primer día del V Congreso: existen borbollistas y guerristas, por mucho que se haya querido desmentir desde las más altas esferas del PSOE. Es cierto que estos dos bandos en que se ha escindido el socialismo andaluz no corresponden a un enfrentamiento ideológico. Pero con eso no se salva todo en el conflicto, como quieren hacer ver las guardias pretorianas del PSOE en su increíble discurso de aquí no pasa nada. A veces las trifulcas de simples maniobras subterráneas en un partido, ajenas a dogmas, y programas, son más desestabilizadoras que los cismas. En, el socialismo andaluz no habrá lucha ideológica, pero hay un talante distinto entre sus hombres para entender la política y hacerla realidad en la vida diaria. ¿Y cuál es la diferencia en esta manera de entender la política? Pues, por lo que hemos visto estos días, las alternativas son dos: ejercer el poder bajo el paraguas del todopoderoso vicepresidente del Gobierno, o refugiarse en las parcelas institucionales que todlavía le quedan a Borbolla. Hasta aquí los andaluces aún lo entiende. Porque si en el Sur somos tan dados a las devociones religiosas y civiles ¿por qué no habíamos de serlo en política?

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Lo que ya entiende el personal un poco menos es el rotundo viraje de las adhesiones. Es incomprensible, por ejemplo, cómo José Rodríguez de la Borbolla fue elevado a la secretaría general del PSOE-A, casi con el 100 por 100 de los votos, y en este V Congreso se haya dificultado su reelección hasta el punto de que ha optado por la huida ante el riesgo de un abandono masivo de los militantes socialistas. ¿Cómo es posible que un mismo partido actúe de forma tan distinta en una y otra ocasión? Para ser justos habría que reseñar que si bien el partido es el mismo no lo son las personas que lo integran. En estos 12 años en que Borbolla ha estado a la cabeza de la estructura orgánica del PSOE-A, se ha producido una notable desbandada de la vieja militancia socialista para ser reemplazada por unos afiliados llegados al olor de la prebenda y el puesto de trabajo, más que por el convencimiento de unas ideas y la fe en un programa de reformas justas y progresistas en beneficio de toda la sociedad española.

Está comprobado -y el congreso socialista andaluz no es una excepción- que la representación orgánica del PSOE es de una extracción mayoritariamente burócrata con cargo en el partido o la Administración. Es decir, gran parte de los delegados al congreso son profesionales de la política, de ella viven y rinden pleitesía a quien le otorga el cargo. No importa la persona ni el programa político que ofrezca. Importa la ocasión que facilita la maniobra del momento con tal de no perder comba para permanecer en el cargo o ser benefactor de quien ordena y manda. Es lógico que si estos hombres viven de la política -y la mayoría de los electores de este congreso viven de ella- hagan lo imposible por conservar lo confortable del sueldo y la situación. Ésta es la causa de que se produzcan virajes de unas veces entronizan a un presidente con sufragios albaneses y otras lo eliminan sin piedad. Por supuesto que todos los socialistas que asisten al congreso no están ligados a la autoridad del que manda por exclusivos intereses personales, los hay que siguen creyendo que el proyecto socialista sigue siendo bueno y viable y renuncian a las banderías y a las maniobras poco honestas. Son los que intentan, con su mejor buena fe, cambiar las cosas desde dentro, como en tiempos de Franco. Pero éstos son los menos y poco cuentan a la hora de las aclamaciones multitudinarias con que los fieles regalan los votos al elegido de turno. Además, como en otras situaciones de la vida, en política también cuenta la inercia. Pocos se atreven, visto y oído que todo está atado y bien atado, a destacarse en una controversia que sólo puede traerles malas consecuencias para él y su familia... política.

En medio de estas dos concepciones de entender el poder se encuentra en estos momentos Andalucía con un Gobierno paralizado, una Sanidad a punto de infarto y un presupuesto de 8.000 millones de pesetas que la Junta no ha invertido en su totalidad, porque no sabe o no quiere, en los dos últimos años. Por si no fuera poco con las luchas intestinas partidistas y las campañas de acoso y derribo, los últimos datos ofrecidos por la propia Administración central a través del CIS, vienen a completar el cuadro de este viernes de los dolores borbollistas: Andalucía se destaca entre el resto de las regiones por una inflación que empieza a ser preocupante. Es decir, que usted, por ser andaluz, podrá comprar menos cosas que un castellano con las mismas pesetas. Lo que faltaba.

La gente de la calle, que al fin y al cabo es la que vota, se pregunta, ante tanta dialéctica camorrista y precongrensual, de dónde sacan tiempo los gobernantes socialistas para solucionar los problemas del paro, la enseñanza, las listas de espera en los hospitales, etcétera, si siempre están enzarzados en la lucha por conservar un poder que después no pueden ejercer por falta de tiempo. Esperemos que este congreso, de fecha tan típica en una primavera sevillana, no signifique el camino del Gólgota en la pasión y muerte de Borbolla. Sobre todo porque mientras Alfonso Guerra busca un hombre a su gusto, aquí puede pasar lo nunca visto.

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