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Protestas por la situación de ruina en que se encuentran Ias corralas de Madrid

La Asociación de Vecinos La Corrala ha denunciado la precaria situación en la que viven centenares de personas del casco viejo de Madrid a través de uno de los muchos casos de edificios declarados en ruinas con rescisión de contrato para los inquilinos: el inmueble de la calle de Aravaca, 17, en el barrio de lavapiés. Dieciocho personas, gran parte de ellas pensionistas, viven en esta casa de patio con corredores, declarada en ruina por el Ayuntamiento hace 12 años.

Los retretes son comunes, compartidos por tres familias, y algunos de los pisos tienen una superficie de 20 metros cuadrados a compartir, entre cuatro personas. Todos los vecinos viven de alquiler, con rentas mensuales entre las 200 y las 1.000 pesetas. La mayoría vive ahí desde que nació, y ya sus padres y abuelos nacieron en esa casa. Desde hace un año, la inmobiliaria BECATO, S. A. es la propietaria del inmueble."Han recurrido la declaración en ruina y consiguiente rescisión de contratos hasta llegar al Tribunal Supremo, que ahora ha confirmado la sentencia" declara Benjamín González, presidente de la asociación de vecinos. "Sus recursos económicos son tan parcos que irse de aquí les supone un auténtico problema de alojamiento. Ahora lo que estamos haciendo es retrasar la orden de desalojo mientras gestionamos la consecución de viviendas sociales, que, por el momento, el Ayuntamiento no nos ha facilitado".

"Cuando empiezan los problemas entre la propiedad y los inquilinos" explica González, "siempre aconsejamos que compren ellos la casa, antes de que alguna inmobiliaria se meta por medio. En este caso, no fue posible".

Las críticas del presidente de la asociación van más allá: "La política de rehabilitación y mantenimiento del Ayuntamiento en el distrito Centroes demencial. Mientras se gastan cientos de millones en una sola corrala, la de Mesón de Paredes, que ni siquiera es de las más representativas, muchas otras no ven más salida que la destrucción para dejar paso a nuevas construcciones de apartamentos o pequeños pisos. Es una puerta abierta a la especulación del suelo. El que sus vecinos suelan ser personas mayores con poca capacidad de protesta contribuye a muchas injusticias".

"De cualquier forma", añadió, "lo realmente importante no es la conservación de las corralas, sino las condiciones en que vive la gente".

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