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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¡Tururú!

Al jubiloso ¡tararí que te vi! que le brinda don Fernando Savater a don Javier Sádaba en las páginas de Opinión de EL PAÍS del 8 de febrero se podría decir que se le ve el plumero.

El siempre prolijo señor Savater parece ir encontrando gusto y beneficio con el cada vez más frecuente toma y daca filosófico en el reducido coso dialéctico de la media página de EL PAÍS. Lamentablemente, su contrapartida, el señor Sádaba, tampoco da para mucho más que para una amena charla en el Gijón, y así, miren por dónde, sus propios mensajes se transmutan -sin probablemente quererlo- en objeto de su propia discusión; se transforman en opulencia comunicacional.

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El plumero de don Fernando Savater se vislumbra por varios sitios: una identificación del déspota benévolo con la "esclarecida vanguardia despótica" (proletaria, se le supone), y ahí no se resista don Fernando a buscar definición de déspota en el María Moliner o en el Espasa; tal es la vanguardia apocalíptica que colige el filósofo. Y es un buen trampolín para saltar a su otro aserto: "La situación presente no va a arreglarse con la invocación de fórmulas pretéritas, sean conservadoras o revolucionarias, por prestigiosas que fuesen en su día". O yo he tomado la cita por los pelos o el señor Savater agarra, va y mete, como dice su colega Umbral, a cualquiera de los conservadurismos, lo junta con el marxismo y tira de la cadena. ¡Vale, Fernández de la Mora!

Lo anterior venía a cuento -al cuento- de una profesión de fe en el inmanentismo político

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del menos malo de los sistemas churchilianos: al señor Savater le cabe pensar que si la gente pen saba antes no a la OTAN y luego votó sí, es que antes estaba desinformada en un sentido y luego en el otro. Así pues, no concede la menor importancia ni a los sudores de última hora de Felipe González ni a la sistemática y amenazante campaña del sí. En todo caso, un simple giro de tornillo y de voto. Nada parece poderse contra estas manipulaciones, aunque sean groseras, ya que ni conocemos los gramos de información justa y necesaria para llevarnos al fiel ni podemos esperar la abolición del privilegio, la injusticia, la corrupción, la brutalidad ni la estupidez humanas. El saber popular, más que el conocimiento filosófico, tiene una frase que resume el profundo discurso del señor Savater de una forma quizá más sabia y más escueta; dice sencillamente- "Estaba de Dios".-

Madrid.

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