El Papa hace pública mañana una encíclica sobre los problemas socioeconómicos

Juan Pablo II hará pública mañana, viernes, su séptima encíclica. El cardenal francés Roger Etchegaray, presidente de la pontificia comisión Justicia y Paz y una especie de delegado itinerante del papa Wojtyla, la presentará en la sala de prensa del Vaticano. La encíclica lleva el título latino Soliccitudo rei socials, es decir, La solicitud por la cuestión social. Está considerada como la primera encíclica del Papa polaco acerca de los problemas socioeconómicos, ya que la Laborem exercens trataba más bien del mundo del trabajo

La nueva encíclica pretende ser continuación y conmemoración de la famosa encíclica social promulgada. por Pablo VI hace 20 años. Fue la encíclica que trató del desarrollo de los pueblos y en la que el papa Montini abordó el delicado problema de la justa oposición violenta a la tiranía en casos extremos.Existe mucha expectación por la nueva encíclica social de Juan Pablo II, considerado conservador en materia dogmática y aperturista en los problemas sociales, pero, según ha confirmado quien ha podido leer el texto oficial latino, en realidad "no existen en la encíclica novedades". El texto, cuyo primer esquema le fue preparado al Papa por la pontifícia comisión Justicia y Paz, es más bien un resumen de los discursos y documentos ya publicados durante este pontificado, por ejemplo el de la deuda exterior y el último acerca del drama de los que no tienen un techo.

El filósofo italiano Rocco Buttiglione, amigo personal de Juan Pablo II, que ha escrito un volumen analizando el pensamiento de Karol Wojtyla, ha anticipado que de cualquier modo tendrá que haber una diferencia de fondo entre ambas encíclicas ya que, afirma, la de Pablo VI había nacido en un clima de "optimismo ideológico del progreso, incluso en campo católico, relacionado con el mito de la técnica considerada capaz de resolver todos los problemas del hombre, incluso los morales". Entonces además, dice Buttiglione, no existía el pánico de la guerra atómica ni de la catástrofe ecológica. La nueva encíclica tendría pues, un tono más pesimista.