Una bomba daña el 'barco de la paz' en Chipre
El retorno tendrá que esperar. El barco que la Organización pan la Liberación de Palestina (OLP) tenía dispuesto para conducir a Israel a 131 palestinos expulsados de su tierra se encuentra escorado a babor en el puerto chipriota de Limasol, después de que la explosión de una carga abriese en su quilla, la pasada madrugada, una brecha de más de metro y medio de diámetro, 15 centímetros por debajo de la línea de flotación. Casi todos los dedos acusadores apuntan al Mosad, el servicio secreto israelí, máximo sospechoso también del atentado que un día antes había costado la vida en la misma ciudad a tres palestinos cuya militancia reclaman tanto la OLP como el grupo de Abu Nidal. El coche en que viajaban saltó por los aires.
La tripulación del Sol Phryne no parecía ayer muy consciente de que su vida hubiera estado en peligro. Lo que más les preocupaba era recibir el dinero que les debe el anterior propietario del barco, el chipriota Takis Solomonides. "Hace diez meses que no cobro y lo mismo les pasa a mis compañeros", asegura Sakr Husam, un egipcio de unos 28 años que trabajaba como barman y que recuerda su paso por los puertos de Barcelona, Bilbao y San Ciprián. "En noviembre", continúa, "el armador nos dijo: no tengo dinero, tomad el barco si queréis". Y eso es lo que hicieron. Desde entonces, no han visto una sola libra. "Nos deben, entre 4.000 y 5.000 dólares a cada uno".Ni a Sakr ni a su compatriota Ali Qwan, le preocupa lo más mínimo saber quiénes fueron los misteriosos compradores que, el pasado sábado, desembolsaron 600.000 dólares a cambio del Sol Phryne, un transbordador con 40 años de vida que venía cubriendo a razón de un viaje de ida y vuelta por semana, la línea Limasol-Haifa. "¿No sospecharon que podía ser el barco del retorno?". "Esa no es cuestión nuestra", responde Alí, "ya que nosotros no íbamos a ser la tripulación de los nuevos dueños. Una vez que nos pagaran nos iríamos".
Explosión en la madrugada
Pero sí era cuestión suya. Una explosión ocurrida a las 5.45 de ayer (4.45, hora peninsular española), cuando la casi totalidad de los 74 miembros de la tripulación se encontraba descansando, sacudió al veterano de tantas travesías mediterráneas y le escorá cerca de diez grados. No hubo muertos ni heridos, pero pudo haberlos. Un tanque lleno de agua reventó y vertió su contenido en el mar. El barco no se hundió, pero pasará mucho tiempo antes de que vuelva a estar en condiciones de navegar. Ahora se encuentra inmovilizado, junto a un espigón del puerto de Lima sol, y los rótulos luminosos que se prodigan por su cubierta ofrecen, especialmente bajo la lluvia torrencial que azota al muelle, un aspecto desolador. Entre las ofertas para amenizar el viaje figuraba, cuando aún estaba en servicio, un casino, una tienda libre de impuestos y una discoteca. El Sol Phryne tiene cien metros de eslora, 18 de manga y 13 de calado y desplazaba 6.384 toneladas y puede transportar 740 pasajeros, una cifra similar a la de palestinos, periodistas y per sonalidades que la OLP proyectaba acoger en el barco del retorno.
El capitán, un griego cincuentón llamado Cleandis VIachopulos, que parece salido de la escena de salón de una película de Ernst Lubitsch, pone la mano en el fuego de que ningún miembro de su tripulación (en la que hay filipinos, egipcios, ganeses, sudaneses, chipriotas y británicos) ha tenido que ver con el atentado. "Tengo en ellos una confianza ciega", aclaró.
Vlachopulos asegura (recio bigote, chaqueta azul marino con escudos, corbata roja, pantalones grises con la raya recién hecha y lustrosos zapatos negros)asegura que el transbordador se encontraba desde noviembre bajo control del tribunal que mediaba en el pleito entre la tripulación y Solomonides. "El pasado sábado", añade, "nuestro abogado, Pavlo Patrichios, nos comunicó que había una oferta de 600.000 dólares por el barco y nos pidió que nos pronunciáramos sobre ella. Como la cantidad cubría lo que se nos adeudaba, dijimos que sí. No nos importaba quién lo comprase".
El capitán está seguro de que la operación se cerró, ya que "el tribunal dio permiso para suministrar comida y combustible". Está seguro de que los 600.000 dólares se pagaron y de que todos sus hombres cobrarán en cuestión de días, pero muchos de ellos no son tan optimistas.
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