Nueva ola en Pekín
Dentro de la sala de conciertos, centenares de jóvenes de pelo largo en pantalones vaqueros y gafas negras balanceándose en el borde de sus asientos cautivados por la banda en el escenario. ¿Londres? ¿Tokio? No: Pekín "¡Dame un estímulo, hermana!', aullaba Cui Jian la nueva estrella del rock en China, "mi enfermedad consiste en que no siento nada". La muchedumbre se volvió loca, gritando un ¡hao! ("de acuerdo") colectivo mientras los guardias de seguridad miraban con nerviosismo. Una multitud arremetió contra el escenario más tarde, y cuando cayó el telón ante Cui y su banda la audiencia se puso en pie. Los adolescentes continuaron aplaudiendo, tirando latas de refrescos y rollos de papel durante media hora, antes de dispersarse. "Nunca he visto nada parecido", decía un aficionado. "Pero nunca ha habido nadie como Cui Jian." En un país en el que el rock ha sido denigrado oficialmente como una corrupción espiritual, Cui representa un fenómeno doble. No está claro qué es lo más notorio, su salvaje popularidad entre los jóvenes o el hecho de que sea tolerado por los dirigentes del país. Sus controvertidas letras sobre la alienación, de la juventud y el deseo sexual están probando los límites de la burocracia socialista de Pekín. "Las cosas son más tranquilas hoy día", dice Cui en el dormitorio de su pequeño apartamento de Pekín cuyas paredes están decoradas con carteles de Elvis, Prince y John Lennon, "tenemos menos miedo". 7 de febrero
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