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PROCESO DE CONCENTRACIÓN BANCARIA

"Ningún banco entrará en la fusión Bilbao-Vizcaya", según Pedro Toledo

"El proceso de fusión iniciado por los bancos de Bilbao y de Vizcaya el pasado 22 de enero es único, en el sentido de que ninguna otra entidad financiera entrará a formar parte del mismo", señala Pedro Toledo, presidente del Vizcaya, cuando se le pregunta por la posibilidad de que se pase de una fusión a dos a otra a tres. Lo tiene muy claro. El diseño realizado, el sentimiento de igualdad que se ha dejado traslucir desde que el 7 de enero los presidentes de las dos entidades empezaron a hablar, impide que nadie más participe en el proceso de construcción del primer banco español en un plazo máximo de cuatro años.

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Pero ello no significa, continúa Toledo, que no sea posible que, por condicionantes externos, en un plazo más o menos largo, no haya que tomar responsabilidades de gestión sobre otras entidades de forma que adquieran niveles de rentabilidad acordes con lo que parece necesario para abordar con éxito el reto que supone la instauración del mercado único europeo y la desaparición de las barreras internacionales.La fusión Bilbao-Vizcaya empezó realmente el 30 de diciembre de 1987, cuando, tras varias rondas entre todos los presidentes de los siete grandes bancos nacionales, José Ángel Sánchez Asiaín y Pedro Toledo deciden reunirse nada más pasar la fiesta de Reyes. A ese almuerzo asisten los dos presidentes con papeles en los bolsillos en los que se demuestra que no sólo es posible la fusión, sino que probablemente sea la más acertada para los accionistas de las dos entidades y la que, al menos a corto plazo, puede hacer más por el futuro del sistema bancario nacional. "Nuestro banco no podía quedarse atrás, y la comisión ejecutiva del consejo de administración mantuvo tres reuniones monográficas sobre la cuestión. Hicimos la lista de los grandes bancos por orden de prioridad ante la fusión con nosotros. Las condiciones para hacerlo en cada caso eran distintas.

El Banco de Bilbao y el Popular eran los candidatos preferidos, pero por razones distintas no se podía iniciar el proceso de negociación de forma inmediata con ellos. Pedro Toledo habla con Alfonso Escámez, presidente del Banco Central, y le propone una fusión en la que Escámez sería el presidente sin ningún género de dudas. Escámez no quiere ni oír hablar del tema. No hay negociaciones posibles. Estos contactos, afirma Toledo, "tienen lugar antes de que se constituyera Cartera Central, sociedad mediante la cual el grupo Construcciones y Contratas y la sociedad kuwaití KIO controlan directamente más del 12% del todavía primer banco del país. Si la operación con el Central hubiera salido, es bastante probable que Cartera Central no se hubiera constituido.

El presidente del Vizcaya sigue hablando con otros presidentes. "Había posibilidades reales con otras entidades. El Vizcaya había participado hace varios años en conversaciones para una posible fusión con otras entidades, y eso facilitaba algunas cosas. Con Banesto se intentó una vez; con el Popular, otra; con el Bilbao los contactos habían sido cuatro". Pero, dice Toledo, "acercarse en diciembre al Bilbao era difícil. Sánchez Asiaín trataba de encontrar otro banco con el que fusionar al Bilbao y estaba dirigiendo el esfuerzo tremendo que había desplegado cuando intentó un acuerdo, amistoso o no, con Banesto. Había que dejar pasar un cierto tiempo, ni muy corto ni muy largo".

La oportunidad llega cuando, al filo del fin de año, Sánchez Asiaín, después de contactos indirectos y "de haber echado las redes y los hilos por varios sitios", llama a Toledo y le propone celebrar un almuerzo pasados los Reyes. Una vez que Toledo acepta la fecha, Sánchez Asiaín convoca al comité directivo del Bilbao y en él se discute la posibilidad de seguir negociando con el Hispano o intentar una aproximación con el Vizcaya. El sueño de los dos presidentes empieza a concretarse.

Unir a los dos bancos vascos, que por cultura y accionistas son los más parecidos de todo el sistema financiero español, empieza a perfilarse como posible a pesar de los cuatro fracasos anteriores. Pedro Toledo es muy gráfico en este punto: "Antes de que nos empezáramos a comer el pescado, José Ángel y yo estábamos redactando ya el protocolo de fusión entre las dos entidades".

El acuerdo, continúa, era total, y estábamos discutiendo los aspectos técnicos y metodológicos del proceso de fusión. "Nos pusimos a hablar de la conveniencia o no de la creación de un holding, siguiendo el esquema que el Bilbao tenía previsto llevar a cabo en el caso de la fusión con Banesto. Estudiamos las cuestiones fiscales inherentes al proceso de fusión de forma que pudiéramos obviar tener que dar una cantidad de dinero a nuestros accionistas para que liquidaran sus impuestos por plusvalías". "Había", dice Toledo, "que buscar una fórmula en la que los accionistas no pagaran a Hacienda y los bancos no se descapitalizaran, aunque fuera en una mínima proporción".

Una vez puestos de acuerdo, los dos presidentes presentan la propuesta al ministro de Economía, Carlos Solchaga, que en un primer momento no la acepta. Solchaga no quiere, en una primera impresión, la unión de dos bancos que son de los más rentables del sistema financiero español. La fusión de dos entidades, una muy rentable y otra menos, se prefiere porque hay ciertas garantías de que al final ambas lograrán colocarse en posiciones aceptables de rentabilidad.

Media naranja

Pero ni Asiaín ni Toledo quieren ceder en este aspecto. Han encontrado su media naranja y pelean para que nadie les separe. Después de medio siglo de incomprensiones y de batallas entre sí, ha llegado el momento de constituir un único grupo financiero. Carlos Solchaga termina aceptando los razonamientos y da luz verde a la fusión entre las dos entidades financieras vascas. El proceso de clarificación del sistema financiero español empieza a concretarse y "si hay que hacer algo más en el futuro, se hará".

Se trataba, dice Toledo, "de empezar a definir la estrategia del futuro de la nueva entidad, del nuevo grupo financiero. Y lo más importante no es cómo red¡mensionar la estructura ya existente, sino buscar nuevos empleos de actividad a la luz de la nueva dimensión que tenemos".

En una reunión previa a la junta general de accionistas que Pedro Toledo tuvo con 800 directivos del grupo lo dejó muy claro: "El futuro va a ser distinto para buena parte del personal del grupo.

Pero no les quepa duda de que ese futuro existe". En privado concreta algo más esa nueva filosofía: "El nuevo grupo financiero va a redimensionar todo lo que ya tiene para dedicar todos los recursos que se liberen hacia nuevas actividades. Las marcas filiales de bancos que tenemos van ajuntarse en algunos casos; en otros, la matriz absorberá a una parte; en otros serán fichas puras, y en otros se venderán. Pero iniciaremos nuevos proyectos. Ahora podemos tomar posiciones importantes en proyectos industriales para los que vamos a tener masa crítica con la que hacer frente al riesgo que ello comporta. Hasta ahora no podíamos por el tamaño que teníamos cada uno de nosotros por separado. Juntos es posible y lo vamos a hacer".

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