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¿Quién teme a Mitterrand?,

El no candidato domina la precampaña electoral para la presidencia de la República Francesa

Lluís Bassets

Los franceses no saben todavía, ni lo sabrán hasta marzo, si François Mitterrand volverá a presentarse a la elección para la Presidencia de la República, pero la pregunta que todo el mundo se hace ya, principalmente desde la derecha, es si es posible vencer al actual presidente. Nunca en vísperas electorales un presidente de la República había contado con unas cotas de popularidad tan altas. Según las últimas encuestas, Mitterrand recogerá ahora el 40% de los votos en la primera vuelta de las elecciones y podrá superar en varios puntos el 50% en la segunda vuelta.

Un comentarista del semanario L'Express lo ha traducido al lenguaje político: "Lo que se está dibujando tiene un nombre: plebiscito". El ex primer ministro socialista Laurent Fabius ha encontrado una fórmula todavía más feliz: "Cuando sea reelegido, se percibirá que era candidato".Ninguna de las ofensivas destinadas a deteriorar su imagen ha conseguido abrirse camino. Nadie se acuerda de la guerra de los escándalos, que llegó al paroxismo de denuncias mutuas entre izquierda y derecha a fines del pasado año. Sus promotores saben que no hacen mella en la imagen presidencial y estimulan, en cambio, el levantanúento de escándalos en sentido político opuesto.

El primer ministro, Jacques Chirac, candidato de la neogaullista Asamblea para la República (RPR), ha empezado una campaña discreta en la que, por el momento, no se trata de atacar al jefe del Estado. En primer lugar, porque no quiere equivocarse de enemigo.

El colmo del maquiavelismo en Mitterrand será hacer creer a todo el mundo que se presenta para pillar a sus adversarios en fuera de juego en el último minuto. Pero en segundo y más importante lugar, Chirac no ataca a Mitterrand porque su principal enemigo en la primera vuelta se llama Raymond Barre, el ex primer ministro de Giscard d'Estaing.

La táctica de Chirac se limita a defender el balance de sus dos años de Gobierno de cohabitación con Mitterrand. El eslogan que utilizará es "Chirac, le courage", coraje de gobernar con el difícil marcaje al que le ha sometido Mitterrand, un coraje que Barre no ha querido valorar ni aceptar.

La víctima de la actual correlación de fuerzas es Raymond Barre. Hasta principios de año superaba a Chirac en todos los sondeos. Pero en cuanto el primer ministro ha iniciado la campaña, la candidatura de Barre ha empezado a hacer agua. Mientras Chirac cuenta con un aparato de partido envidiable, el mejor aparato para ganar unas elecciones según muchos especialistas, Barre se apoya en una débil estructura de clubes y en los pequeños partidos que forman la coalición UDF (Unión para la Democracia Francesa).

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Sin fe ni entusiasmo

El resultado es que los propios partidos que le apoyan lo hacen sin entusiasmo y con fe escasa. Frangois Léotard, ministro de Cultura y secretario del Partido Republicano, ha declarado ya su apoyo a Barre y sus simpatías por Chirac. El ex presidente de la República Valéry Giscard d'Estaing ha asegurado que no piensa expresar públicamente su preferencia por alguno de sus dos ex primeros ministros (Chirac y Barre).Y los radicales moderados que han votado en su convención por el apoyo a Barre lo han hecho con una tibieza preocupante para el "mejor economista de Francia", según palabras de Giscard (sólo el 60% de los delegados).

El candidato de la UDF, obligado a respetar la disciplina de la mayoría, no se decide todavía a atacar a Jacques Chirac, la única táctica que podría proporcionarle posibilidades de ganar en la primera vuelta, y sigue intentando confiar en su imagen de técnico y de patriota por encima del bien y del mal.

Obligado a no permanecer en silencio, se ha desmelenado atacando los siete años de Mitterrand, a los que ha calificado de "decadentes" y culpables del retraso industrial francés. Mitterrand ha tenido para Barre una circunspecta respuesta de monarca, dejando entender que ni los socialistas lo han hecho todo bien ni las derechas todo mal (los moderados de la derecha lo enunciarán exactamente al revés).

Elecciones florentinas

Con su insistencia en la imagen de monarca paternal, Mitterrand desgasta así el flanco que más le duele a Barre e incide en esta campaña electoral prematura cuando todavía no se sabe si será candidato. Todo lleva a concluir que éstas serán las elecciones más florentinas, quizá también las más bizantinas, de la reciente historia de Francia.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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