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El Komsomol se aferra a su monopolio de los jóvenes

Pilar Bonet

La Organización de las Juventudes Comunistas soviéticas, el Komsomol, ha pasado a la ofensiva contra los grupos denominados informales, que surgieron a lo largo del año pasado como una alternativa renovadora a su monopolio organizativo sobre la juventud soviética. Este fin de semana, el Komsomol ha obstaculizado la celebración de una Conferencia Estatal de la Federación de Clubes Sociales Socialistas (FCSS) en Moscú y ha lanzado un furibundo ataque contra los líderes de los clubes desde el periódico Komsomolskaia Pravda.

El ataque, que se cierra en banda a los intentos de reducir el poder de la organización juvenil oficial, fue publicado ayer por deseo explícito de Vladimir Mironenko, el jefe del Komsomol desde 1986, según aseguran fuentes bien informadas. El artículo cuestiona precisamente la honestidad de los líderes de las asociaciones informales que más se habían distinguido por querer colaborar con el Komsornol.Para obtener unos locales donde celebrar su conferencia, estos líderes se han sometido a las condiciones dictadas por el Komsomol, que había prohibido la entrada a periodistas extranjeros y se adjudico más de la mitad de los puestos disponibles en la sala de un hotel estudiantil. Aquí, la conferencia estatal acabó transformándose el sábado en un seminario de ámbito moscovita, al negarse el Komsomol a permitir la entrada a los invitados de provincias, representantes de una treintena de grupos llegados de todo el país, incluida Siberia oriental.

Unas 300 personas participaron en el encuentro, que se prolongó a lo largo del domingo, y varias de ellas coincidieron en afirmar que los grupos informales se habían mostrado tímidos y apocados, tratando de convencer al Komsomol de que están dispuestos a colaborar y no son "antisoviéticos".

El Komsomol tiene más de 40 millones de miembros y dispone de cuantiosos medios, actuando como una correa de transmisión de la política del partido entre la juventud. Su burocratismo, sus prácticas antidemocráticas y su falta de imaginación le han valido críticas de la dirección política soviética, incluidas las del ex jefe del Partido en Moscú Boris Eltsin, que censuraba el excesivo celo prohibitivo de la organización. En el vacío dejado por el Komsomol han surgido los grupos informales, que se cuentan por centenares y cuyo espectro va desde la conservación de los monumentos históricos al debate político. Miembros de los clubes informales han criticado un proyecto de ley, no publicado aún, que subordina los clubes y asociaciones informales surgidos en los últimos tiempos a instituciones oficiales soviéticas. Actualmente, los clubes se acogen a una normativa de los años treinta sobre asociaciones de aficionados. Mientras los grupos informales carecen de los medios y las posibilidades de acción de que goza el Komsomol, éste, por su parte, adolece del empuje de los primeros y es presionado por las altas instancias oficiales para que se ponga a la "vanguardia" de los fenómenos que se producen entre la juventud.

Perder el control

Él temor a una pérdida de control sobre los jóvenes preocupa al nuevo jefe del partido en Moscú, Lev Zaikov, quien el 29 de enero, en un encuentro con representantes del Komsomol, tuvo un lenguaje muy distinto al de Eltsin. Zaikov dijo que "en los últimos tiempos se hicieron más frecuentes los casos de penetracíón de elementos antisociales" en las asociaciones y clubes autónomos. Estos elementos aspiran, según Zaikov, "a utilizar las condiciones de democratización y transparencia para sus propios intereses, incluso los intentos de empujar a las formaciones autónomas a la abierta actividad antisoviética". Zaikov advirtió al Komsomol que cuando "dejamos al trabajo político seguir su rumbo natural, los adversarios ideológicos, bajo la bandera de la perestroika, utilizan cada oportunidad para imponer a los jóvenes sus puntos de vista, que en la práctica contradicen los intereses de la perestroika y nuestros ideales. No hay que confundir la democracia con la demagogia".

Komsomolskaia Pravda criticaba el pluralismo de tendencias políticas puesto de manifiesto en la primera reunión de asociaciones informales celebrada en la URSS en agosto de 1987 y a los dirigentes de la FCSS Boris Kgarlitsky, Oleg Rumianzev y Glev Pavlovski. Kagarlitsky, que estuvo en prisión en la época de Breznev por editar una revista disidente, fue acusado por Komsomolskaia Pravda de querer desestabilizar los colectivos laborales, de pensar más en la Prensa extranjera que en el trabajo concreto y de "burócrata".

El artículo, que expresa el temor de la politización de los clubes que han surgido en el país, afirma que Kagarlitsky y Pavlovski no tienen "ninguna actividad social útil".

A finales de diciembre el periódico Pravda, órgano del PCUS, lanzó un ataque a las asociaciones informales y advirtió contra quienes quieren crear "partidos de oposición" y "sindicatos libres".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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