Un empresario acusado de falsedad, estafa y apropiación indebida
El 7 de diciembre de 1981, el Banco de los Pirineos -que presidía Higinio Torras Majem- presentó suspensión de pagos. Una investigación efectuada por el Banco de España en la contabilidad de la entidad permitió establecer un agujero de 4.000 millones de pesetas. Algo más de un año después, el 30 de marzo de 1983, la industria papelera Torras Hostench, una compañía presidida también por Higinio Torras, tramitó otra suspensión de pagos con una deuda que alcanzaba los 17.000 millones de pesetas. Era el fin de un imperio económico. Los procedimientos judiciales contra Torras Majem se han ido acumulando. Actualmente se tramitan contra él al menos tres sumarios diferentes por supuestos delitos de falsedad y estafa. En el más avanzado de ellos, relativo a la quiebra del Banco de los Pirineos, el fiscal solicitó provisionalmente penas de hasta 13 años de prisión para los altos directivos de la entidad.Higinio Torras fue durante su época dorada el segundo empresario papelero del país. licenciado en IESE en 1964, se dedicó a potenciar una pequeña empresa papelera que su padre había fundado en 1935. Entonces se confesaba simpatizante, a un tiempo, del Opus Dei y del antifranquista Front Obrer de Catalunya -ligado al Frente de Liberación Popular-, y acabó en las líneas fraguistas con su ingreso en el club Ágora. Pasé después al suarismo de Centristes de Catalunya, que entonces capitaneaba Eduardo Punset.
Profesionalmente se centró en la papelera Torras Hostench, que convirtió en una gran empresa con 1.700 empleos. De la mano del ex ministro franquista Laureano López Rodó, creó el Banco de los Pirineos, manteniendo además estrechas relaciones comerciales con el Banco Condal, el Banco Garriga Nogués y el Banco de Crédito Mediterráneo.
Cuando se encontraba en el cénit de su carrera adquirió junto con el ex alcalde de Barcelona José María Porcioles El Noticiero Universal y la revista Destino. Luego los negocios empezaron a flojearle, por lo que entró en una espiral de dificultades económicas que trató de combatir con operaciones irregulares, como la firma de 1.896 avales sin contabilizar en el Banco de los Pirineos en favor de filiales presididas por él, y extratipos ocultos en una caja B. Triplemente procesado por falsedad en documento mercantil, estafa y apropiación indebida, recayó sobre él una orden de detención y, tras fugarse, otra de búsqueda y captura.
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