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La oposición popular a una central nuclear cerca de Boston provoca la quiebra de Public Service of New Hampshire

Francisco G. Basterra

La imposibilidad de abrir una central nuclear por oposición popular ha provocado la primera quiebra de una importante compañía eléctrica en Estados Unidos desde la depresión de los años treinta. La empresa Public Service of New Hampshire se ha acogido a la ley federal de quiebra, incapaz de hacer frente a sus acreedores después de haber enterrado 2.100 millones de dólares (unos 240.000 millones de pesetas) en la central nuclear de Seabrook, cerca de Boston.

La declaración de insolvencia, que permite a la compañía detener los pagos a sus acreedores mientras se reorganiza financieramente, refleja el declive de la industria nuclear norteamericana, que desde 1978 no ha encargado una sola central atómica para producción de electricidad. Actualmente funcionan en este país 100 centrales nucleares, que suministran un 16% de la electricidad total del país. En los últimos 10 años han comenzado a operar 30 centrales nuevas, y en estos momentos otros 66 proyectos han sido cancelados.La central de Seabrook fue concluida en 1986, pero la Comisión de Regulación Nuclear (NRC) no le había dado la licencia piara. operar. La empresa propietaria no ha conseguido presentar un plan de evacuación de la zona limítrofe con la planta debido a la fuerte oposición de varias localidades próximas. Las principales barreras fueron puestas por pueblos del vecino Estado de Massachusetts próximos a Boston en una batalla. liderada por el gobernador del Estado, Michael Dukakis, candidato demócrata a la presidencia.

"Inversiones imprudentes"

Dukakis afirmó ayer que el anuncio de quiebra era inevitable y que significa "el final de una década de inversiones imprudentes". Autoridades locales, grupos ecologistas y movimientos ciudadanos de todo tipo se han opuesto firmemente a la apertura de Seabrook, que se ha convertido -sin terrorismo- en el Lemóniz de EE UU. Acciones legales y manifestaciones y sentadas han sido constantes, durante su construcción.La polémica central ha costa do 5.200 millones de dólares, y Public Service of New Hampshire, que con un 36% es la principal propietaria, ha sido la encargada de la planificación y la construcción. Con una deuda de 1.500 millones de dólares, la compañía ha dejado de pagar ya 40 millones de dólares en intereses y no puede enfrentarse a otros 800 millones de obligaciones no garantizadas. El golpe de muerte financiero se produjo la semana pasada, cuando el Tribunal Supremo de New Hampshire le negó una subida del 15% de sus tarifas eléctricas.

El más alto tribunal dictó una ley que prohíbe a cualquier compañía eléctrica rentabilizar su inversión en una planta de energía hasta que ésta esté funcionando comercialmente. Public Service of New Hampshire justificaba su aumento de tarifas en sus inversiones en Seabrook. La compañía tiene unos activos totales de 2.950 millones de dólares, de los que un 70% está vinculado a Seabrook, y un pasivo de 1.700 millones de dólares.

Ayer, 2.000 de sus 2.700 empleados no recibieron su salario semanal, pero la empresa ha garantizado la continuación del servicio eléctrico a sus 316.000 abonados. Public Service of New Hampshire es la cuarta empresa más grande de EE UU en acogerse al artículo 11 de la ley de quiebras.

Repercusión bursátil

En los círculos de Wall Street se esperaba la noticia, pero no se cree que afecte seriamente al resto de la industria eléctrica norteamericana.En cualquier caso, la Bolsa de Nueva York abrió en la mañana de ayer con cierta indeferencia ante un tema que los operadores ya habían descontado, aunque el mercado mantenía la misma tendencia alcista de jornadas anteriores. El promedio Dow Jones de empresas industriales (obtenido con las cotizaciones de las 30 principales empresas) subía 8,45 puntos a las 11.00 horas locales, hasta situarse en 1.938,49. Era una jornada de perfil activo, con 93,7 millones de acciones cambiadas de mano a la hora y media de comenzar la contratación.

Algunas de las empresas con reactores nucleares que aún no tienen permiso para operar son sólidas financieramente y sus centrales son pequeñas. Los opositores a la apertura de la central atómica de Shoreham, cerca de Nueva York, creen ahora que conseguirán impedir su entrada en funcionamiento. La empresa propietaria tiene problemas económicos.

Hasta ahora se creía que las compañías eléctricas, que viven en un monopolio regulado por el Gobierno federal, no podían quebrar. Pero lo ocurrido con Seabrook es un mensaje a los inversores de este sector de que, como cualquier industria, no está al abrigo de las quiebras, explicó ayer un analista financiero.

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