Cuotas
Se tenían sobradas muestras de que el movimiento feminista se hallaba en decadencia. No habría sido necesario, por tanto, que un puñado de mujeres socialistas procuraran arruinarlo. Más grotesco, sin embargo, resulta que, según mostraban las fotos, las socialistas celebraran el efecto alborozadas, tirándose claveles o algo por el estilo.Al parecer, lo que euforizaba a estas mujeres es que los hombres, sus correligionario s, sus compañeros y en algunos casos sus propios maridos, les entregaran parte de los cargos que ejercían. ¿Y cuántos cargos? ¿Todos los cargos? Los que pidieron. Ni muchos ni pocos. Tal cantidad que, sumando lo que poseían y lo que les regalaran, hiciera exactamente un cuarto de cargos. Ninguna barbaridad, pero si se tiene en cuenta lo que les costó conseguirlo es como para volverse loco. "Nuestros compañeros son fenomenales", dijo una de las peticionarias.
Fenomenales. Compañeros. Todos los signos apuntan a que la palabra justa para los delegados oferentes es la de caballeros. Señores caballeros que dieron una respuesta ajustada al suspirante (por pasillos y despachos) requerimiento de las damas. Los hombres del socialismo quisieron y lograron redondear el 31-9 congreso con este espléndido obsequio a sus mujeres.
En otros lugares y aniversarios, maridos acaudalados entregan objetos de lujo o hacen valiosos traspasos a la cuenta corriente de sus señoras. Aquí, distinguidos hombres del PSOE trasvasan cuotas de poder a las militantes. Quizá nunca el feminismo se valió tan desenfadadamente del patemalismo que dicen abominar. Pero seguramente pocas veces obtuvieron beneficios tan fáciles y sustanciosos como los que les ha procurado la apelación al machismo galante. Ellas -y los fenomenales compañeros- se lo guisan, pero toda la sociedad lo paga.
Paga la sociedad no sólo en las consecuencias de esta arbitraria cuota de poderes, sino por el deterioro mismo de un movimiento que decía buscar la dignidad de las mujeres.