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El 'gato Craxi' se transforma en 'zorro'

El líder socialista italiano afila sus armas para fortalecer el partido y aspirar a la presidencia

Juan Arias

Bettino Craxi, secretario general del Partido Socialista Italiano (PSI), acaba de cambiar su estrategia. A quienes le acusaban de impulsivo e impaciente, incapaz de sobrevivir sin estar sobre el candelero del poder del Gobierno, acaba de darles una buena lección. Y más que a la imagen del gato, al que suelen compararlo, se está revelando fiel a la estrategia andreottiana del zorro o, mejor aún, de la serpiente, es decir, de la astucia política.

Todos pensaban que iba a ser él quien echaría abajo al frágil Gobierno del democristiano Giovanni Goria, para demostrar que sin él no se gobierna. Pero de repente, con un golpe de teléfono a Ciriaco de Mita, secretario general de la DC, bajo el inteligente consejo de Giulio Andreotti, ha sido él quien ha salvado al Gabinete. Craxi no quiere por ahora crisis. Y ha dicho que no alberga "ambiciones ministeriales".Uno de sus más íntimos colaboradores ha revelado que Bettino piensa quedarse aún mucho tiempo en la dirección del partido. Craxi posee probablemente un proyecto muy concreto, esta vez de visión más lejana. Por una parte, frente al problema de la reforma de las instituciones, ha intuido que podrían unirse esta vez democristianos y comunistas para aprobar, sobre su cabeza, una reforma electoral que perjudicase a su partido. Y esto cuando por otra parte todos los sondeos están revelando que crece el voto socialista.

Craxi tiene una carta muy interesante que se está jugando muy bien gracias al genio de su experto en temas católicos, el senador Gennaro Acquaviva. Gracias a sus mediaciones en el Vaticano, Craxi se había ya apuntado la baza de la aprobación del Concordato entre Italia y la Santa Sede que lleva su firma, tras largos años en los que ningún jefe de Gobierno democristiano había conseguido poner punto final al asunto.

Despué fue incluso invitado a comer con el Papa. Ahora Famiglia Cristiana, la revista católica de mayor difusión, casi dos millones de ejemplares, acaba de publicar un sondeo en el que aparece que, según los italianos, quien ha hecho hasta ahora más por el partido socialista en todos los tiempos, más aún que Pietro Nenni, ha sido Craxi. Y ya se habla de que se está preparando un importante encuentro entre Craxi y el secretario de Estado del Vaticano, Agostino Casaroli, al cual seguirá una reunión con el Papa.

Apertura a los católicos

Evidentemente, Craxi quiere abrirse al electorado católico, adueñándose de esta forma de la protección del aparato de la Iglesia en las elecciones. Movimientos como Comunión y Liberación, que aún votan democristiano, están haciendo la corte a Craxi y a su partido. Y por ello fue Craxi quien en la polémica sobre la clase de religión, de repente, defendió la tesis vaticana de que no debía i colocarse al principio de la jornada para evitar que los alumnos, para dormir más, pudieran no acudir a ella. Más aún, se ha llegado a decir que Craxi s estaría incluso dispuesto a dar al Vaticano la satisfacción de revisar las ya aprobadas leyes del Parlamento, no sólo sobre el aborto, sino hasta sobre el divorcio.Craxi quiere esperar a que este Gobierno, u otro quizá presidido por De Mita, lleve a cabo primero unas cuantas reformas fundamentales sobre el funcionamiento del Parlamento y sobre la presidencia del Gobierno. Quiere dar mayor fuerza y prestigio al partido; hacer la competencia, por una parte, a los comunistas, y por otra, a los católicos democristianos. A ello hay que añadir que los socialdemócratas prácticamente viven ya en las faldas del PSI, al que acabarán uniéndose, mientras los radicales están siempre casi a la puerta socialista.

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Craxi quiere mover todas las fichas posibles e imaginables para llegar a contar con un 20% de los votos, y entonces dar la batalla a fondo. Sólo con un partido más fuerte y con mayor respaldo probaría Craxi otra vez la escalada a la presidencia del Gobierno como primer paso para la otra escalada que es la que tiene en cartera: la de la presidencia de la República. De ahí el que una de las obsesiones, no sólo suya sino de todo el partido, es que se llegue a la elección directa del jefe del Estado con el voto popular, como en Francia. Sabe que, en tal caso, el personaje con más posibilidades y más popular sería él o, como mínimo, un hombre de los suyos.

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