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PROCESO DE CONCENTRACIÓN BANCARIA

De la petición al matrimonio

Los grandes bancos hacen su 'loto' amorosa para no quedarse con la más fea

Son síntomas de los nuevos tiempos. Para algunos, estos tiempos modernos han Regado cargados de dificultades. Para Alfonso Escámez, por ejemplo. El asalto en toda regla protagonizado por las fuerzas combinadas de KIO-Albertos le sumió días atrás, de acuerdo con alguno de sus allegados, en una especie de choque que le impedía conservar la frialdad de la que durante decenios ha hecho gala. La batalla ya ha pasado, pero lo peor para Alfonso Escámez es que la ha perdido, aunque todos reconocen en él a un duro fajador, con gran capacidad de reacción.

A estas alturas, de la película, quizá alguno de sus colegas en la. dirección de la gran banca piense que Alfonso Escámez es muy afortunado. Al menos, ya puede dormir tranquilo. La fusión entre los bancos de Bilbao y de Vizcaya ha provocado la estampida, ha abierto una carrera hacia otras operaciones similares, donde será de vital importancia elegir adecuadamente el partenaire. No equivocarse. Y elegirlo pronto, porque al último, como ocurre en las fiestas de pueblo, le tocará bailar con la coja.Sobre la bondad de las fusiones se puede discrepar. El negocio bobo que acude siempre al banco número uno; las exenciones fiscales; la venta de gran cantidad de inmuebles que con la fusión serán innecesarios son, entre otros muchos, aspectos que influirán en la voluntad de otras instituciones en fusionarse.

Ocurre, sin embargo, que, con excepción de Popular y Santander, metidos en una línea de estabilidad tanto de gestión como de beneficios se refiere, el resto de los grandes -Banesto, Central e Hispano- viven momentos peculiares de su historia, desde luego no los más adecuados para madurar sopesadamente una integración amistosa.

Un candidato firme a las fusiones es el nuevo Banesto de Mario Conde. Quizá resulte adecuado señalar que una de las cosas que más molestaron a Conde del intento de absorción del Bilbao fue que pretendieran enseñarle, a él, un adalid del cambio empresarial, las ventajas de las fusiones como un elemento de modernidad. En julio pasado, Mario Conde y Carlos March, en la finca que este último posee en Palma de Mallorca, hablaron largo y tendido de un proyecto muy sugestivo. Conde, que con su socio Juan Abelló pugnaba entonces por meter la cabeza en Castellana, 7, llegaría un día -que no esperaba tan cercano- a controlar Banesto, mientras Carlos March, de quien ya se sabía que controlaba un 3% del Hispano Americano, crearía la gran holding financiera con la fusión del Banco Español de Crédito y del Hispano Americano.

De momento, Conde ha llegado, mientras lo de Carlos March está más verde, lo cual debe producir en el mallorquín un cierto desasosiego. "Todos son cazadores", comentaba días atras un conocido bancólogo, "y en el fondo se trata de saber quién tira mejor".

Las preferencias de Conde

Las preferencias de Mario Conde parecen claramente inclinadas por el Banco Popular, un banco tan saneado como bien gestionado. Conde y Valls se entienden, en el sentido más digno del término. Una operación triangular, que incluyera al Hispano Americano no sería descartable. Para el caso de que no sea posible ninguna de estas combinaciones, no conviene perder de vista la fuerte amistad que une a los presidentes de Banesto y de Bankinter, Jaime Botín, una liasion que serviría de pórtico a una fusión de gran envergadura entre Banesto y Santander, por encima de las preferencias, tantas veces manifestadas, de Botín padre por el Hispano.

El Banco Central, de momento, queda al margen. Por una razón muy sencilla: porque Alfonso Escámez ya no es el interlocutor adecuado. A falta de conocer los términos del acuerdo secreto suscrito entre el veterano banquero y los hombres de Construcciones y Contratas cualquier interesado en acercarse al Banco Central deberá entenderse con los Albertos. La situación, con todo, no está clarificada en absoluto, lo que actúa a favor de ese apartamiento momentáneo del Central, al menos hasta la junta del 25 de junio. Una integración Central-Zaragozano, de confirmarse la toma del poder por los Albertos, parece obvia.

¿Y Luis Valls? El presidente del Banco Popular es un personaje clave en las distintas quinielas que puedan formularse. Valls, un florentino, uno de los personajes más cautivadores del panorama bancario español, se ha declarado partidario de las fusiones, pero no se sabe muy bien si con la boca pequeña o con la grande. Valls viene hablando de una nebulosa fusión tecnológica de tres e incluso cuatro entidades -Popular, Central, Banesto e Hispano- que unificaría los sistemas informáticos y permitiría conservar la identidad individual. Acabáramos. Algunos piensan que, con todo ello, lo que Valls pretende es marear la perdiz, y que se resistirá a una fusión o, mejor dicho, a ser absorbido, que tal es la condición de apetitosa pieza que define al Popular. Mario Conde, pues, puede tenerlo difícil.

En cuanto al Hispano Americano, la entrada accionarial de los March parecía a principios de verano dibujar una solución en la cual la familia mallorquina recuperaba su condición de banqueros a lo grande. Los March, de la mano de Leopoldo Rodés, vienen trabajándose a las autoridades monetarias en una vía que incluiría la fusión de los intereses bancarios de los March (Asturias, Progreso) en el Hispano Americano, en plena sintonía con Claudio Boada. Esta versión es descartada por algunos, para quienes el tren de los March pasó ya hace tiempo por la estación de las fusiones.

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