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El mar de la tranquilidad

Aumenta la aplicación de la hipnosis con fines terapéuticos

La paciente entra muy tensa en la sala. Lleva largo tiempo bajo quimioterapia anticancerosa y sufre náuseas y vómitos horas antes de que se le administre. La psicóloga le hace sentarse, descalzarse y fijar su atención en un punto de la pared. Al final, la paciente no sólo habrá olvidado su angustia, sino que, desde esa austera salita sin ventanas del hospital madrileño Primero de Octubre, habrá sentido el frescor del mar en sus pies mientras caminaba por una imaginaria playa. Esto es hipnosis, y aunque se difumina bajo el nombre de relajación para no evocar infundados temores de los pacientes, son crecientes sus aplicaciones en medicina, aunque aún resultan mínimas, según los especialistas.

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La hipnosis, perseguida y olvidada durante muchos años en las esferas del mundo oficial, acusada de fraude y de espectáculo de circo, recobra ahora, con un mayor conocimiento, todas sus posibilidades como herramienta de trabajo, especialmente en aquellas anomalías de origen psiconeurótico y también en enfermedades orgánicas no neurológicas en las que la ansiedad tiene una notable importancia patógena.La citada sesión hipnótica, resumida, transcurre así: María Die Trill, la psicóloga, bombardea a Polonia Sánchez, a la que se le extrajo un tumor canceroso y se halla bajo una fuerte medicación que le produce vómitos y náuseas, con suaves mensajes y órdenes.

-Las piernas cada vez le pesan más. Fije la vista en un punto y no se preocupe si se distrae. Si se pierde, vuelva a mi voz.

Polonia no se pierde y obedece.

-Cierre los ojos y respire. Es como si el aire invadiera todo su cuerpo. Cada vez que entra la va invadiendo una sensación de placer. Ya no siente tanta tensión.

-No.

-Todo esto lo está consiguiendo usted. Está controlando su cuerpo.

Polonia, con sus ojos cerrados y plácidamente abatida, se hincha y deshincha sobre su silla como un muñeco.

-Ahora se va a imaginar que está en la playa. Es verano. Está paseando con su esposo. Puede notar el calor de la arena, el sol, la brisa, el olor del mar el agua salada. Llega a una butaca y se tumba allí, mirando las olas. Esto le produce una sensación de felicidad, de bienestar.

La faz feliz de Polonia revela a las claras que está disfrutando de un bien merecido día playero, por más que el milagro no alcanza para broncear su piel. Los dos periodistas que asisten a la sesión, en una plomiza y diluviante mañana invernal, están tentados de cerrar los ojos y viajar también. La psicóloga cambia de escenario.

-Imagínese ahora que está en lo alto de la escalera.

-Me caigo -exclama con susto Polonia.

-No, no se cae. No son muy empinadas. Vamos a imaginarnos cinco o seis escalones. Están forrados de rojo [color que Polonia ha elegido como más tranquilizante]. Cada vez que baja un escalón, siente mucho gusto. Baja al escalón cinco, al cuatro, al tres, al dos. Ya ha Regado abajo -la psicóloga ha bajado su voz peldaño a peldaño-. Ha perdido el control total sobre su cuerpo, sobre lo que le está pasando. Ahora llega a una habitación toda tapizada de rojo. Hay una butaca roja, se sienta. Está tranquila, relajada. Mira a su alrededor. Hay libros. ¿Qué es lo que ve?

-Libros -replica Polonia, que abre los ojos ante la obviedad de la respuesta. Ella ve lo que hay, y lo que hay son libros.

La psicóloga pone fin al viaje y le recuerda que es una técnica que ella puede aplicarse en su casa.

-Poco a poco se va a ir dando cuenta de su estado. Cuente del 10 al 1 y luego abra los ojos.

El hechizo se ha roto. Polonia ya sólo ve una triste pared de hospital y no hay más sol que la luz de neón, pero sus piernas ya no tiemblan, ni siente náuseas. Ella, no obstante, es cauta: "De momento se me han pasado, estoy más relajada".

Algunos pacientes de los que reciben quimioterapia en el Primero de Octubre, a título experimental, se relajan en su casa y en la sala de espera con la escucha de una casete hipnotizadora que sigue los mismos pasos de esta escena. La psicóloga Die Trill manifiesta, no obstante, que la hipnosis es más efectiva cuando se realiza en vivo, como en esta ocasión. En cualquier caso, señala que los datos estadísticos avalan cómo la mayoría de los pacientes reacciona muy favorablemente. No sólo olvidan los fármacos, sino el dolor cuando se les realiza una punción lumbar o de médula ósea, asegura.

Y afirma esta psicóloga que en EE UU, donde estas técnicas gozan de mayor arraigo, a los niños se les distrae de las dolorosas armas terapéuticas y exploratorias anticancerosas -radioterapia, quimioterapia y punciones- con videojuegos o estimulando su imaginación. "Basta con decirles que un guante les protege del dolor y que son superman", explica.

Amplio espectro

Luis García García, psicólogo, que dirige este año el segundo curso de hipnoterapia de la facultad de Psicología de la universidad Complutense madrileña, también comenta la escasa implantación de esta técnica en España. El curso pasado enseñó cómo hipnotizar y, ahora, sus aplicaciones. Aunque afirma que la hipnosis no es la panacea, recita un amplio semillero de aplicaciones curativas o paliativas.De hecho, el programa docente incluye los siguientes epígrafes: perturbaciones del comportamiento, delincuencia juvenil, tartamudeo, micción nocturna, tics, comerse las uñas, disminución de la ansiedad, rendimiento máximo, relaciones de equipo, órdenes poshipnóticas para seguir tras un entrenamiento deportivo, autocontrol en el momento de la competición, insomnio, drogodependencia, perturbaciones sexuales masculinas y femeninas, como anestesia para algunas operaciones quirúrgicas (el paciente permanece consciente y evita los riesgos de los anestésicos clásicos), seudorreumatismo neurótico o migrañas.

Según el temario, la hipnosis también es aplicable en odontología, en enfermedades de la piel de origen psicológico, en ginecología -embarazos y esterilidad psicológicos-, tensión premenstrual, sacralgia y menopausia, parto sin dolor y depresión posparto, trastornos afectivos, neurosis y trastorno de la personalidad por cuestiones ambientales o educacionales y fobias antisociales (miedo a hablar en público o a imponer autoridad).

Luis García se queja de que la hipnosis vive una auténtica marginación en España. "No es asignatura ni en Medicina ni en Psicología, su aplicación es míminía y se está ejercitando muy mal". Y acusa a exhibicionistas y parapsicólogos de deformar la imagen de la hinopsis con sus aplicaciones circenses y mágicas. En consecuencia, reivindica el estudio y aplicación de la hipnosis desde el plano científico porque, de lo contrario, dice, termina siendo exhibicionismo.

"Con un conocimiento profundo de psicología, neurología y fisiología del cerebro, la hipnosis tiene unas posibilidades verdaderamente sorprendentes", concluye este psicólogo.

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