Juzgado excepcional
Qué suerte tienen la señora Preysler y el señor Boyer, que pueden casarse un sábado en Madrid con el juzgado abierto para ellos solos, cuando el resto de los ciudadanos hemos tenido que casarnos en un día hábil, a partir de las once de la mañana y aguantar las siempre molestas aglomeraciones que a diario se pueden observar en los juzgados de Pradillo.Y todavía algunos dicen que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley.-
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