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Numerosos incidentes en la apertura en París del juicio contra 22 miembros de Acción Directa

Lluís Bassets

El juicio contra el grupo, terrorista francés Acción Directa empezó ayer en el Palacio de Justicia de París con numerosos incidentes dentro de las dos vitrinas protectoras donde están los acusados, que insultaron e increparon a los policías y al tribunal, se negaron a levantarse cuando se procedía a la rutina de la identificación y se enfrentaron violentamente en varias ocasiones con los policías que les vigilaban. La politización de este proceso, en el que los implicados están acusados de "asociación de malbechores" interesa a los propios encausados, que ayer ya denunciaron la "farsa judicial" la "justicia de clase" y la democracia francesa ("esto es peor que en Chile", gritó uno de los terroristas).

Pero interesa también al Gobierno conservador francés, que ha querido agrupar a numerosos miembros de Acción Directa, para realizar un proceso ejemplar y ofrecer un escaparate de su política de seguridad, tres meses antes de la elección presidencial.Catorce de los 22 acusados comparecieron en la sala del tribunal correccional con una hora y media de retraso, fruto de las enormes medidas de seguridad desplegadas en el Palacio de Justicia y en el trayecto desde las prisiones donde están internados. Cinco acusados más, una terrorista arrepentida entre otros, se hallan en libertad y se sentaron fuera de las jaulas de cristal. Dos más se hallan en prisión en Italia, y uno, en paradero desconocido. Medio centenar de policías se instalaron dentro de la sala mientras en el exterior todo el Palacio de Justicia aparecía cercado y la circulación peatonal permanecía cortada.

Desde ayer hasta el 23 de enero, fecha prevista para la última sesión, han sido suspendidas las visitas turísticas al palacio y a la Santa Capilla, una de las joyas del gótico parisiense, que se halla en su interior.

Los cuatro dirigentes históricos del grupo, Jean-Marc Rouillan, Nathalie Menigon, Georges Cipriani y Joelle Aubron, hicieron su entrada en la sala llevados a peso por varios policías, después de su traslado en sillas de ruedas desde los furgones. Los cuatro dirigentes terroristas afirman que están en huelga de hambre desde el 1 de diciembre, en exigencia del estatuto de presos políticos, del agrupamiento de todos los militantes del grupo en una misma cárcel y de la desaparición de las celdas de aislamiento. Sus abogados aseguran que asistieron al juicio voluntariamente.

Rouillan y Cipriani aparecieron con el rostro especialmente afilado por el ayuno, pero en las horas posteriores todo el público pudo ver que se movían sin dificultad, hablaban y reían junto a sus compañeros, abandonando la faz de sufrimiento y de cansancio de los primeros minutos de la vista.

Primeros incidentes

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Los primeros incidentes se produjeron cuando los acusados se negaban a ponerse en pie y el presidente del tribunal apelaba a los gendarmes para que utilizaran la fuerza. El presidente del tribunal demostró en pocos minutos su escasa habilidad para evitar incidentes y su decidida voluntad de evitar una suspensión o un aplazamiento.

Uno de los abogados aseguró que sus defendidos se hallaban allí "para ser juzgados, no para ser maltratados o torturados". El letrado solicitó la suspensión del juicio, aseguró que sus defendidos deseaban presentarse ante el tribunal y exigió explicaciones por la violencia de la policía. Entre incidentes y forcejeos, quedó finalmente claro que los acusados deseaban vincular el barullo a las reivindicaciones de los cuatro huelguistas de hambre.

El presidente del tribunal, celoso del calendario y de la marcha regular del proceso, accedió a que los acusados se agruparan en las dos vidrieras protectoras, según las afinidades existentes entre los militantes. Mientras los cuatro históricos, un año después de su detención e incomunicación, pasaban de los golpes a los besos y cuchicheaban y reían dos a dos ante un imperturbable gendarme intercalado, en la vitrina de enfrente se producía una auténtica ensalada de golpes, acompañada de gritos y forcejeos provocados por los familiares situados en la zona del público, para evitar que los policías se sentaran entre preso y preso.

Todo ya en orden, la sesión empezó con unas conclusiones preliminares de los defensores y la lectura de un pequeño historial del grupo terrorista, en el que se recuerdan, dentro del itinerario de bombas y sangres, los ya lejanos orígenes vinculados a España del grupo que lidera Rouillan, este soldado perdido de la extrema izquierda y del antifranquismo violentos.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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