Gregorio Ballesteros
Si quieres ser feliz en la vida, hazte agricultor
Este sociólogo de 37 años, que vive de su trabajo como coordinador de la universidad Popular de Torrejón de Ardoz (Madrid), reparte la semana entre esta ciudad de 80.000 habitantes y Pelegrina, un pueblo de Guadalajara habitado por sólo 16 personas. En el campo practica la agricultura biológica en un huerto de 900 metros cuadrados. De Gregorio Ballesteros, que afirma que "si quieres ser feliz en la vida, hazte agricultor", partió la idea de crear un millar de huertos de ocio junto al río Henares.
Se hizo revoltoso en la facultad -ingresó en la Complutense en 1968- y su madre se lo ha recordado a menudo: "No sé para qué te mandé a la universidad". Ya licenciado, realizó varios trabajos relacionados con la ordenación del territorio y la evolución demográfica. "El problema de los investigadores es que estudian y estudian, pero a la hora de llevar a la práctica sus propuestas siempre tropiezan con el político, que las paraliza o desvirtúa. Eso va creando una frustración creciente".Con la excepción, Gregorio Ballesteros viene a confirmar la regla. Su estudio sobre las posibilidades de la agricultura periurbana en Madrid ha seguido el camino que todo investigador desearía para su obra. El ha dado todos los pasos con su criatura. Hizo el estudio y propuso al Gobierno regional la creación de huertos de ocio, parcelas de propiedad pública cedidas a los ciudadanos para que cultiven sus propias verduras y hortalizas. En febrero se pone en marcha la primera fase: 250 parcelas que habrán de ser cultivadas de acuerdo con la agricultura biológica (no utilizar productos químicos de laboratorio). Desde el principio se ha barajado su nombre para gestionar el programa.
"La demanda es clara. Mucha gente de las grandes ciudades busca un trozo de tierra como desahogo al estrés y ayuda a economías poco pudientes. Cuando comencé el estudio en 1982, había 8.000 huertos ilegales en Barcelona, y 2.000 en Madrid".
Su huerto de Guadalajara tiene 900 metros cuadrados y 40 árboles frutales. En él cultiva tomates, judías, patatas, ajos, lechugas. "Es un contacto con la naturaleza muy íntimo. Tienes que estar pensando en las estaciones, en la luna. Que los ajos, por ejemplo, no se pueden sembrar con luna llena. Obtienes además unos productos para el propio consumo mucho mejores que los comprados. No es lo mismo comerte un tomate sacado de una mata que sacado de una bolsa de plástico".
En Torrejón, cuando no trabaja, dedica el tiempo a algo que tiene "superclaro": "Ninguna población norteamericana tiene una instalación militar a 500 metros, ¿por qué aquí sí? La base ha sido un tapón al crecimiento de la ciudad, a la creación de espacios verdes en esa zona, o de huertos". Cree que es por ignorancia que algunos de sus vecinos piensen que la base ha contribuido al desarrollo de Torrejón. Es la misma ignorancia contra la que trata de luchar desde la universidad Popular. "Aquí hay 2.500 analfabetos absolutos. Otras 30.000 personas leen y escriben con dificultad".
Le gustaría vivir en el campo. Casado y con un hijo de un año recién cumplido, Gregorio Ballesteros tiene entre ceja y ceja metido un pensamiento oriental. Ése que termina diciendo: "Si quieres ser feliz un año, cásate. Si quieres ser feliz una vida, hazte agricultor".
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