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Sorpresa de fin de año

En la tarde del pasado día 31 las aguas del río Esla comenzaron a embalsarse delante del muro de la presa de Riaño, en la provincia de León. Decenas de trabajadores de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), de Dragados y Construcciones y del Ministerio de Obras Públicas (MOPU), abandonando algunos de ellos bajo "precipitadas órdenes" las vacaciones navideñas, hicieron posible, sobre las 15.30 del último día de 1987, el sellado definitivo del muro donde aún se puede leer, en un tono rojo desvaído, una de las palabras más repetidas el pasado año en el valle: "Demolición".

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Tensión y polémica

El cierre del túnel de desvío del río y el taponado de los tres tubos que lo atraviesan, retrasado al menos cuatro semanas debido a la nieve y las fuertes lluvias caídas en diciembre, duró aproximadamente seis horas. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Duero, Emilio Villar, que se encontraba a pie de obra, restó importancia a la señalada fecha en la que se estaban culminando los remates finales del cierre del embalse y negó que se tratase de un empeño "a toda costa" para intentar cumplir la promesa hecha por el ministro de Obras Públicas, Javier Sáenz de Cosculluela, quien recientemente reiteró en el Parlamento que el embalse de Riaño estaría concluido en 1987. Nada parecía constituir en ese momento un obstáculo, ni las bajas temperaturas ni la nieve acumulada en los alrededores del muro.

Viaducto

En este año podrán regarse cerca de 6.000 hectáreas de terreno de las riberas del Esla. El nivel de embalsado de las aguas en 1988 llegará hasta donde se encontraba el pueblo de Riaño para poder concluir la central eléctrica de pie de presa. El viaducto que sobrevuela Riaño también será concluido en un plazo máximo de dos meses, según Emilio Villar. La energía eléctrica generada será de 241 millones de kilovatios por hora (media anual), con una potencia de 108.000 kilovatios. El volumen de agua embalsada será de aproximadamente 680 hectómetros cúbicos, con los que se prevé el riego de 83.000 hectáreas, principalmente de las tierras del sur de León, así como de Valladolid y Zamora.El puente de Huelde, uno de los siete pueblos que fueron destruidos el pasado verano por la piqueta, que comunicaba en precarias condiciones por carretera a unos 30 pueblos de los valles de Sajambre, Valdeón y Valdeburón con Cistierna (ahora cabecera de comarca) y León, fue cerrado al tráfico de vehículos dos horas después del sellado del muro, sin un aviso específico a las cerca de 4.000 personas que allí habitan.

El MOPU y la Guardia Civil de Tráfico aconsejaban un desvío habilitado por las localidades cercanas de Carande y Horcadas para llegar a Boca de Huérgano, población situada a la cola del pantano desde la que se puede continuar camino a los valles.

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Este acceso "no se atreven a recorrerlo desde hace varias semanas los transportes públicos" a causa de la complicación del terreno y el mal estado del firme, según los vecinos de Boca de Huérgano, por lo que estos pueblos carecen desde entonces del servicio de autocar que les trasladaba a Cistierna o León.

La mayoría de estos pequeños pueblos carece hoy de los mínimos servicios. El centro de salud más cercano está en Cisterna. El traslado de Correos y Telégrafos hace que las notificaciones urgentes o las simples cartas no lleguen a su destino antes de 10 días. La primera gasolinera está a una media de 50 kilómetros. Todo ello obliga a Cirilo González, de 59 años, vecino de Boca de Huérgano, a una reflexión: "Si hubiera salido el agua por San Glorio estaríamos mejor".

Los habitantes de estos pueblos, afectados indirectamente por el embalse, aseguran que no apoyaron "nunca" las reivindicaciones de sus vecinos de Riaño porque "la protesta de ellos fue después de cobrar todo". "A nosotros no nos han pagado ni un duro, y el pueblo se muere", dice uno de los más jóvenes.

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