La incorporación femenina a la política
La incorporación de la mujer a los órganos de decisión política y al trabajo va a ser uno de los elementos de debate del próximo, congreso del PSOE. Antes de la discusión, en el seno de la ponencia se plantearon cuestiones semánticas que revelan la desconfianza que aún existe sobre el propósito de esa incorporación.
Como vimos en el artículo anterior la incorporación de la mujer al trabajo y a la política puede convertirse en la cuestión más destacable del 31º Congreso del PSOE. La incorporación de la mujer al trabajo va a suponer un cambio trascendental en la cultura y en la sociedad española y va a permitir aumentar la riqueza y mejorar la distribución de la renta. Pero hay algo que puede acelerar esa incorporación masiva de la mujer al trabajo, y es justamente una presencia sustancial de mujeres en puestos de responsabilidad política.La ponencia marco del 31º Congreso del PSOE se planteó este asunto y dio un paso importante cuando proponía un cambio en los estatutos para procurar una participación de las mujeres -tanto en los órganos de decisión del partido como en las listas electorales- proporcional al número de afiliadas al PSOE.
Las enmiendas a la ponencia no se hicieron esperar. En primer lugar se pidió la sustitución del .se debe procurar" por un "se asegurará", puesto que si no hay obligación de cumplir tal cuota, los prejuicios, como ha sucedido en el pasado, impedirán que se cumpla tal recomendación. En segundo lugar, otras enmiendas proponían una cifra fija, el 25%, porque la afiliación de las mujeres al PSOE oscila hoy alrededor del 15% y, por tanto, la propuesta de la ponencia marco quedaba muy corta. Finalmente, otras enmiendas exigían que la cuota se aplique no sólo en el partido y en las listas electorales, sino en aquellos puestos de los Gobiernos en los que el partido tiene alguna influencia.
En el congreso de la federación de Madrid, último paso antes del congreso federal, se aprobó que dicha cuota "se asegurará", pero se expresó de una forma más atractiva y elegante: que los puestos de los distintos órganos del partido y listas no puedan ser ocupados en más de un 75% por personas del mismo sexo, y de esta forma, lo que parecía un privilegio para las mujeres -la cuota- se convertía en una limitación al acaparamiento de puestos por parte de los hombres.
¿Qué pasará en el congreso federal? La votación en Madrid favorable a la propuesta fue arrolladora (unos 160 votos contra 30) y lo mismo debería suceder en el congreso federal, aunque es verdad que, por una parte, el resto de España pudiera no tener las mismas actitudes progresistas ante el problema de la mujer y, por otra parte, no debería olvidarse que para la aprobación de la enmienda fue decisiva la intervención a favor que hizo el presidente de la Federación Socialista Madrileña. Por ello, y porque todavía los argumentos típicos de la derecha tienen algún eco, conviene repetir de aquí al congreso las razones socialistas a favor de una política activa de participación de la mujer en la vida política.
El argumento en contra de la cuota que a primera vista parece más sólido es el que dice que la cuota conseguirá que los responsables políticos sean elegidos no tanto por su capacidad sino por otras razones, en este caso por su sexo.
Sin embargo, la experiencia dice lo contrario. Las cuotas sirven para que se elija la gente más capaz dentro de un colectivo determinado, y no al revés. El hecho de que en todos los Gobiernos tenga que haber catalanes no significa que se elija a los catalanes más incapaces para ser ministros, sino que se, busque entre los catalanes a gente capaz de desempeñar tal puesto. En el caso de las cuotas femeninas hay una profesión en la que existe una cuota del 50% para las mujeres en los puestos más relevantes, y eso no ha significado que las mujeres escogidas sean de menor capacidad que los hombres. Me refiero al cine. Salvo en alguna película de tema militar, los puestos estelares asignados a las mujeres son los mismos que a los hombres, por razones obvias, y, sin embargo, la capacidad de las actrices no es inferior a la de los actores. Por cada Clark- Gable puede encontrarse una Vivian Leigh, por cada Humphrey Bogart una Ingrid Bergman, y así sucesivamente.
Por todo esto habría que dar la vuelta al primer argumento y decir que en realidad lo que estamos tratando los socialistas es de reducir una cuota masculina que en estos momentos supera el 90% y que está obligando a seleccionar, para cubrirla, a los más incapaces. Y sin embargo, el prejuicio nos hace ver con normalidad esta cuota masculina. Cuando una mujer en un cargo público comete un error se responsabiliza del mismo al conjunto de las mujeres. En el caso de los hombres, jamás se ha oído decir a nadie, cuando ve la actuación de un incapaz, que ya es hora de que disminuya la proporción de hombres en puestos de responsabilidad.CuotasOtro argumento utilizado en contra del sistema de cuotas es el que proporcionan muchas mujeres que han tenido éxito en sus carreras profesionales cuando se declaran las mayores opositoras al sistema de cuotas. En este caso se trata, si se permite el paralelismo, de la misma actitud de aquellos hombres que habiendo nacido en una familia pobre llegan a las más altas responsabilidades y se oponen a la educación gratuita y obligatoria para todos.
Ellos se ven a sí mismos corno un vivo ejemplo de lo que pueden hacer los que son capaces, pues toque pudieron pagarse sus estudios a base de sobresalientes y no necesitaron para nada la gratuidad. La gratuidad, dicen, permitirá que estudien los más inca paces. Pero justamente la misión socialista se opone a esa visión darwinista del mundo; la visión igualitaria socialista exige que a todos se les den las mismas oportunidades, que no sólo puedan educarse los niños pobres sí son unos genios, sino que también los menos dotados dentro de los pobres accedan a la educación, de la misma forma que los menos dotados de los ricos acceden a la misma.
La educación gratuita no significa ir contra los mejores, sino simplemente dar las mismas oportunidades a todos. De la misma forma, la cuota no significa favorecer a las mujeres ineptas para que accedan a puestos de responsabilidad, sino simplemente dar las mismas oportunidades a todas las mujeres, ineptas o no, que las que se les dan a los hombres.
Y si bien se mira, con una, cuota del 25% ni siquiera se les, dan las mismas oportunidades a las mujeres, sino sólo la mitad de las oportunidades. ¿Por qué no hablar entonces de una cuota del 50% o del 40%, como existe en Noruega y Suecia?, se preguntan algunos. La respuesta es doble. Porque los socialistas españoles somos moderados o, si se prefiere, porque una cuota del 25% en España es una auténtica revolución.
Por último, es importante que el congreso federal avance sobre la propuesta de Madrid que se refiere sólo al partido e incorpore la idea de frenar el acaparamiento masculino también en los Gobiernos y altos cargos de aquellas Administraciones en las que el PSOE tenga capacidad para decidir los nombramientos. Esto es decisivo porque es lo que puede significar un cambio radical en la vida española, sobre todo por su carácter simbólico. En caso contrario, si se dejara a las mujeres en el partido y a los hombres en el Gobierno, parecería que se estaba tratando de volver a dejarlas de nuevo en la cocina.
Cuando, a finales del próximo mes de enero, los socialistas aprueben la cuota del 25% y, sobre todo, cuando después del congreso sea notable la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad política, el último argumento en contra no se hará esperar: el Partido Socialista Obrero Español lo hizo por electoralismo. Y sin duda la repercusión electoral puede ser muy importante. Desde hace unos años, la cuota de las mujeres en el sistema educativo es equivalente -y en algunos niveles superior- a la de los hombres.
Y en el mercado de trabajo, una vez que se han puesto las condiciones necesarias para ello, se están cubriendo por mujeres más del 40% de los nuevos puestos de trabajo. El PSOE se propone trasladar al nivel político este fenómeno social. Pero ello no es electoralismo; lo que sucede es que los partidos progresistas se diferencian de los que no lo son en que perciben mucho antes que los otros -las transformaciones que se están produciendo en la sociedad.
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