El año termina con desconfianza
El dinero generado al cierre de la sesión del lunes ha resultado insuficiente para hacer reaccionar al mercado, ya que se trata de un movimiento exclusivamente interno que no pretende ir mucho más allá. El ambiente negativo de los mercados internacionales no incide directamente en el desarrollo de las, sesiones, pero sí que influye en el ánimo de los inversores, que a cada nueva baja de Wall Street ven la crisis demasiado cerca como para decidirse a apostar.La ausencia de dinero ha marcado, pues, esta jornada, aunque los vendedores han aprendido la lección, y esta vez han sido ellos los que han esperado para colocar su mercancía en mejores condiciones. El resultado ha sido una sesión que no ha contentado a nadie, porque las posturas no estaban nada claras, dando la sensación de que en cualquier momento se podrían repetir las bajas.
Las expectativas creadas por el cierre anterior se confirmaron tan sólo en dos o tres casos, pues el dinero se agotó en esos movimientos de ajuste, y ni siquiera el sector bancario ha podido responder a una oferta insistente. El papel dominó la Situación y las repeticiones fueron la nota destacada, salvo en dos casos, el del Vizcaya y el del Central, que comenzó su ampliación de capital con buen pie. Los derechos se cotizaron a 790 pesetas, 10 por encima del precio teórico, y la acción descontó sólo 780 pesetas.
Un cierre bastante más apagado que el del lunes no le concede a la sesión de esta mañana -nada menos que el broche anual- muchas posibilidades, a menos que los vendedores se muestren benévolos con los precios y decidan dejarlos donde están ahora. El índice madrileño muestra todavía una subida del 7,23%, suficiente para terminar este complicado año sin producirles a los inversores más sobresaltos, aunque sólo pensar en el siguiente es una buena fuente de preocupaciones.
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