Solchaga
Lo peor es el estilo, el peinado de niño rico de la clase, esa como matonería blanca de los de arriba: lo que digo, cuando el niño bien del colegio, en vez de gilipollas, que era lo suyo, nos salía macho y pegón, porque a él no le reñían los maestros, que era de pago. Es, sí, lo peor de Solchaga, que ha llamado "ignorante" a Ramallo y se lo llama a cualquiera. Todos los españoles somos Ramallo para Solchaga.Se trata de un curioso matonismo intelectual que viene difundiéndose con el monetarismo/Boyer. Toda uria escuela financiera que nos mira a los españoles por encima del hombro de Isabel Preysler, porque ellos saben de números y nosotros no. Presidente González les ha dado el Poder, una parcela de poder, que tampoco es tonto, como Franco se lo dio a los tecno/lópeces. Y es que al hombre de Estado le fascinan los hombres de números, hoy, como trasantaño le fascinaban los hombres de letras. Lázaro Carreter da una conferencia sobre Azaña, en el Abc, y explica, de pasada, cómo escribía y hablaba aquel señor. Incluso tuvo que pedir perdón a la derecha, alguna vez, por hablar tan bien. Solchaga le llama ignorante a Ramallo y a quien haga falta, y ahí se le acaban las sinestesias. El resto es macroeconomía. Uno no sabe, ya digo, si la Trinidad Felipe/Boyer/Solchaga lo está haciendo bien o mal, en la cosa de la pela (cuando menos, Boyer presenta en su Exterior -y en su exterior-, a sabios tan sabios, queridos y admirados como don Emilio García Gómez). Pero Solchaga es que ni eso.
Solchaga es el Rod Carneron de la Trinidad, y Rod Cameron era una apoteosis cinematográfica de John Wayne y Ronald Reagan, con el colt en una mano e Yvonne de Carlo, cogida a peso, en la otra. Ya casi no le importa a uno la política que hagan, que tampoco estan clarividente, pues que Sánchez Asiaín, nuestro gran banquero intelectual, nuestro humanista de los números (siempre entre Zurbarán y su prodigioso rascacielos de Castellana), se les ha adelantado en la visión de una gran Banca hispano/europea, eurohispana, a la altura de las alturas. Ahora, Solchaga se limita a decir que sí, que eso es bueno y que a Asiaín hay que echarle una mano, hombre. Pero la iniciativa ha sido privada, intelectual, imaginativa, propia de Asiaín, que lo mismo se pasea (y me pasea) por los paísajistas ingleses que por los monjes blancos de Zurbarán. Es lo que le dije una vez:
-Mira, Asiaín, al monje blanco de Zurbarán lo que le sobra es el monje.
Nuestros grandes bancos van a morir como las grandes especies prehistóricas: su propia ingencia les impide aparearse, reproducirse, y esto les lleva a la extinción. Asíaín lo ha visto antes que nadie, antes que Solchaga, que es el guardaespaldas de la macroeconomía, pero parece que no tiene mucha inventiva bajo su pelo apaisado de primero de la clase peinado con colonia para ir al cole. Él, con llamarle ignorante a Ramallo ya se despacha.
Lo peor es el estilo, ya digo. Porque parece grave que ni él ni los grandes capellanes de los números hayan advertido el poderoso movimiento de masas bancarias, el arrastre de tierras, la mutación geológica del dólar/peseta, hasta que se ha producido. Pero es aún más grave el matonismo intelectual de unos liberales que han marginado la socialdemocracia, por roja, y que, en el caso de Solchaga, estando como está cargado de razones aritméticas (ya que no de razón), prefiera utilizar el insulto cada vez que se produce en público. Ni siquiera Wayne/ Reagan, oiga. Más atrás: Rod Cameron.
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