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Turgut Ozal conserva la mayoría lo absoluta tras las elecciones en Turquía

El primer ministro turco, Turgut Ozal, líder del conservador Partido de la Madre Patria (PMP), mantiene la mayoría absoluta en el Parlamento de Ankara, según los resultados, aún parciales, de las elecciones legislativas celebradas ayer. Ozal, de 61 años, se presentó anoche ante la Prensa como un campeón de la Turquía que lucha por la modernización, y tras descalificar a los viejos dirigentes políticos y sindicales aseguró: "No había alternativa".

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A las dos de la madrugada de hoy (una de la madrugada, hora peninsular española), con el 42,12%. de los votos escrutados, el PMP alcanzaba el 36,7%. de los sufragios; el Partido Populista Socialdemócrata (PPSD), de Erdal Inonu, el 24,4%; y el Partido de la Recta Vía (PRV), del ex primer ministro conservador Suleiman Demirel, el 19,3%. Sólo estas tres formaciones tendrán representación en la Cámara, de 450 miembros. Las proyecciones efectuadas a la hora citada atribuían a Ozal 275 escaños, 112 a Inonu y 63 a Demirel.Ni el Partido de Izquierda Democrática (PID), del ex primer ministro Bulent Ecevit, con el 8,9%, ni el integrista islámico Partido de la Prosperidad (PP), que dirige Necmetin Erbakan, con el 6,9%, lograban superar el 10% de sufragios en todo el país necesario para obtener representación parlamentaria. La misma suerte corrían el Partido Nacionalista del Trabajo (PNT), de corte ultraderechista, dirigido por Alparslan Turkes, y el jomeinista Partido de la Democracia Reformista (PDR).

Las encuestas no se equivocaron. Todas ellas daban ganador a Ozal, segundo a Inonu y tercero a Demirel y descartaban que los otros caballos cruzasen siquiera la línea de llegada. La agresiva y eficaz campaña del hijo de Ismet Inonu, el lugarteniente del padre de los turcos, Mustafá Kemal Ataturk, permitió esbozar una amenaza, pero no convertirla en realidad. Los mensajes apocalípticos de Erbakan, sus promesas de venganza contra los impíos y de ruptura con la Europa cristiana no cuajaron en una población que parece convencida de que el progreso viene de Occidente. El fantasma de un Gobierno de coalición no arrastró sus cadenas por los pasillos de la residencia de Ozal, en la colina de Cancaya.

El primer ministro no se atrevía a las once de la noche de ayer a llevar muy adelante su optimismo, hasta el punto de que aseguraba: "Una mayoría, aunque sea simple sigue siendo una mayoría". Sin embargo, en las actuales circunstancias, una mayoría, de no ser absoluta, habría sido una derrota. Demirel e Inonu, cuando este último llegó a pensar que podría tocar el cielo con las manos, se reunieron, el pasado miércoles, para hablar del día D más uno, y las malas lenguas aseguran que no excluyeron un acuerdo que habría repugnado más a la coherencia ideológica que al pragmatismo.

Optimismo moderado

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Anoche, Ozal no se mostraba tan satisfecho como cabría imaginar. Era menos optimista que, por ejemplo, su ministro para las Relaciones con la Comunidad Europea, Ali Bozer, quien, a medianoche, declaraba a EL PAÍS que, en su opinión, Turquía formará parte de los doce (que para entonces serían ya trece) antes de cinco o seis años. "Ahora tenemos una democracia completa", aseguró, "y eso ayudará a mejorar el proceso negociador". El europarlamentario de Alianza Popular Ramón Díaz del Río, que forma parte de una comisión de la Cámara de Estrasburgo que ha venido a observar el desarrollo de las elecciones, aseguraba por su parte que éstas han sido "un gran paso adelante en la democracia".

"Turquía es aún un país pobre", reconoció Ozal, "pero esa no es la cuestión, sino ¿ha cambiado Turquía en los últimos cuatro años?". Él tiene muy claro que la respuesta es afirmativa y, como ejemplos, llegó a poner el moderno centro de Prensa instalado para las elecciones y la posibilidad de comprar productos extranjeros de lujo, aunque a precios prohibitivos. El salario mínimo es de unas 6.000 pesetas mensuales y en los escaparates se ven zapatos más caros. Pero para Ozal, el obrero turco gana mucho más de lo que se dice. Entre sus fuentes de información más directas figura un operario al que hace unas semanas, en Estambul, le preguntó dirigiéndose al andamio en que estaba subido. El primer ministro muestra sus diez dedos y los vuelve a mostrar. "Ganaba 20.000 liras (2.400 pesetas). Diarias". Y, más prudente, añade: "creo que era un obrero cualificado. Uno normal gana sólo 10.000". De ser cierto, doblaría los ingresos de un profesor.

Entre las prioridades de su segundo mandato, Ozal citó la educación, la creación de un nuevo sistema de salud y la modernización de las ciudades. Ni la inflación (del orden del 50%) ni el desempleo (16%) son problemas, según él. "El paro fue un problema pero hace un par de años, ahora ya no". Su desprecio hacia los sindicatos fue absoluto. "Ya no representan a los trabajadores".

Ozal excluyó una amnistía y dijo que la suerte de los dirigentes comunistas detenidos el día 16 a su regreso del extranjero está en manos del juez. "El tribunal decidirá". La prohibición por ley de las formaciones comunistas es uno de los principales obstáculos políticos a la integración en la CE.

Una campaña tranquila

Anoche sólo se tenía noticia de un par de incidentes ocurridos en la jornada electoral, concretamente en la provincias de Siirt y de Bitlis, de población mayoritariamente kurda. En Siirt, simpatizantes de Demirel y Ozal se enfrentaron con palos y piedras. Hubo cinco heridos leves. En Bitlis, un miembro de una mesa electoral murió de un ataque al corazón cuando intentaba separar a dos grupos rivales que se enfrentaban con cuchillos. Se produjeron tres heridos.

La ley seca se cumplió a rajatabla. La alta participación (un 9%) estaba garantizada. El voto es obligatorio, bajo multa de 12.500 liras (unas 1.500 pesetas), la cuarta parte del salario mínimo. No existió la menor sospecha de pucherazo.

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