La abstención, principal incógnita en el vital referéndum de hoy en Polonia
La población polaca está convocada hoy a las urnas para decidir el ritmo de aplicación de las reformas económicas y políticas elaboradas por el régimen del presidente Wojciech Jaruzelski. Según los últimos sondeos, hechos públicos el viernes, una mayoría en torno al 60% del censo está decidida a votar afirmativamente en el referéndum pese al temor a las fuertes subidas de precios, ya anunciadas, y la falta de fe en una mejoría de la situación económica. Un 17% de los encuestados declaró su intención de no votar y un 20% no ha decidido aún si lo hará.
El régimen polaco ha realizado una campaña masiva de propaganda para movilizar en favor de las reformas a una población pasiva y pesimista, que se ha resignado a la crisis. Gran parte de la abstención será un gesto de pro testa de quienes niegan al régimen credibilidad, competencia o intención de aplicar reformas reales.Es dificil estimar el eco del llamamiento a la abstención de dirigentes del sindicato clandestino Solidaridad entre la población. No obstante, nadie cree en Polonia que votando en contra o ignorando la consulta se puedan evitar los efectos inmediatos de la aplicación de la reforma: las fuertes subidas de precios, que en algunos productos alcanzarán el 200%.
El paquete de medidas propuesto por el Estado, destinado a un "saneamiento radical de la economía" y una "profunda democratización de la vida política", prevé grandes cambios en la gestión económica, con un desmantelamiento de sectores de la Administración, posibilidades e incentivos para la iniciativa privada, autonomía de las empresas y nuevas ofertas para la participación política, como una nueva ley de asociación, pluralidad de candidaturas, ampliar las competencias del Parlamento, eliminar prescripciones, trámites y aparato burocrático y reformas constitucionales para consagrar nuevos derechos cívicos.
Se trata de cambios radicales, de "hacer en tres años lo que los húngaros han hecho en veinte", según decía ayer un dirigente del partido. Las medidas económicas son razonables, según observadores extranjeros, pero muchos dudan que tengan éxito, dada la apatía y la desazón generalizadas en la población. "Hace años estas medidas hubieran entusiasmado. Hoy, muchos polacos sólo piensan en emigrar, y la mayoría está convencida de que nada que proceda de este régimen puede ser razonable. Quizá vayan, sin embargo, a votar sí para tener otro reproche que hacer al Gobierno", según un joven periodista polaco.
La población no muestra entusiasmo alguno ante unas reformas que, tal como dijo el propio Jaruzelski el miércoles pasado, ante el pleno del Comite Central, "están en concordancia con los principales contenidos de la protesta de agosto de 1980". En aquellas fechas comenzaron las huelgas que trajeron consigo la creación de los sindicatos independientes Solidaridad.
"Segunda fase de la reforma"
El jefe del Estado presenta la "segunda fase de la reforma" como la profundización consecuente en un proceso de democratización general del sistema, comenzado con la creación de Solidaridad e interrumpido en diciembre de 1981 por la necesidad de restablecer el orden ante la "anarquía" provocada por los "elementos antisocialistas" en la cúpula del sindicato independiente.Jaruzelski presentó ante el pleno del Comité Central una "oferta de entendimiento que no excluye a nadie", y manifestó que las reformas comparten con el movimiento reivindicativo de Solidaridad el lema de Socialismo sí, deformaciones no.
La primera pregunta es: "¿Está usted por la realización plena del programa de saneamiento radical de la economía encaminado a un mejoramiento claro del nivel de vida, sabiendo que esto implica pasar por un difícil período de dos o tres años de transformaciones rápidas?". Los polacos saben, y el Gobierno ha confirmado, que tras el eufemismo de "transformaciones rápidas" está la reforma de precios, con la eliminación de subvenciones y un fuerte alza del coste de la vida. Pocos creen, sin embargo, que el "período difícil" se limite a "dos o tres años".
Dada la grave situación en la que se hallan amplios sectores de la población, con un nivel de vida en continua caída, el Gobierno tiene razones para temer tensión social y protestas. El Gobierno ha anunciado subidas salariales y compensaciones por algunas subidas de precios. Pero la incógnita que nadie sabe despejar en Varsovia es cómo piensa el Gobierno frenar la inflación resultante.
Para compensar los primeros efectos de la reforma económica, la subida de precios, el régimen no tiene nada que ofrecer, salvo concesiones en el terreno político y facilidades en el penoso laberinto burocrático cotidiano. En el terreno económico, los polacos tardarán en percibir beneficios, incluso en el hipotético caso de que la reforma sea aplicada consecuentemente.
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