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El hombre que reclama la custodia de su hija pudo volver a verla durante 45 minutos

Àngels Piñol

Por primera vez en tres años, Miguel Luque, natural de Melilla, volvió a reunirse ayer, durante 45 minutos, con su hija Eloísa, de cuatro años, a quien no veía desde que, con pocos meses de vida, fue cedida a una familia desconocida en régimen de guardia y custodia. Luque, de 45 años, que internó a la pequeña en el Tribunal Tutelar de Tarragona sin perder la patria potestad, está reclamando a su hija desde hace dos años, aunque sus peticiones han sido hasta ahora desatendidas.

El nuevo presidente en funciones del tribunal, Antonio Carril, que está revisando el expediente de Eloísa, permitirá que su padre, insolvente económicamente, visite a la pequeña.Miguel Luque esperó más de dos horas ante la sede del Tribunal Tutelar de Menores. "Quería saber cuál es la familia que tiene a mi niña y decirles que quiero que Luci_ [como él la llama] venga conmigo". La pequeña llegó al filo de las 11.30 horas, custodiada por un mosso d'esquadra vestido de paisano, y una asistente social que se preocupó de cubrir el rostro de Luci con su abrigo para evitar a los fotógrafos. Ningún miembro de la familia con la que vive asistió al encuentro.

Luque pudo, por espacio de 45 minutos, sentar a su hija en las rodillas y explicarle que tiene otra familia en Ceuta que la quiere y espera. Luci, que no reconoció a su padre, sonreía. Durante el encuentro, en el que estuvo presente la asistenta social, la niña apenas habló. Se dedicó a dibujar un castillo rodeado de pájaros. "Le pedí que me lo diera para entregárselo a sus hermanos, pero ella prefirió regalárselo a la asistenta". "Estoy convencido de que la gente que la tiene no le ha dicho que existimos", afirmó el padre.

Miguel Luque se traladó a los 20 años de Melilla a Terrassa, para acompañar a sus hermanas en los trágicos días de la riada de 1962. Desde entonces se quedó a vivir en Cataluña, donde tuvo diversos empleos y contrajo matrimonio con Carmen Arnau, del que nacieron cuatro hijos. Posteriormente, su mujer le abandonó y él se quedó sin empleo. "No quería ir a Ceuta, donde viven mis padres, por vergüenza, y decidí dejar a los niños a cargo del tribunal, donde les iba a ver a menudo. Luci, que tenía siete meses, enfermó aquejada de una bronquitis pulmonar y tuvo que ser internada". Cuando sanó, le dijeron a su padre que se la habían cedido a una familia. "No me consultaron nada, pero tuve que aceptar", explicá.

Luque estuvo malviviendo en Tarragona hasta que hace dos años regresó a Ceuta para pedir ayuda a sus padres. "Ellos decidieron hacerse cargo de los niños, lo que nos permitió recuperar a los tres mayores, que ahora tienen 11, 10 y 7 años". Pero no ocurrió lo mismo con Luci.

Luque continúa sin ser solvente. "Hago lo que puedo. Vendo boletos de la Cruz Roja, bajo basuras de las escaleras y, a veces, trabajo en el puerto", explicó. Sin embargo, sus padres aseguran que disponen de recursos económicos para mantener a la niña. Sin apenas dinero, Luque regresó ayer a Ceuta. "No sé cuándo volveré. El viaje me cuesta 40.000 pesetas y si no me toca la lotería o me dan un trabajo, es difícil que regrese con frecuencia", afirmó antes de dirigirse a la estación para coger el tren.

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