Latín, ¿para qué?
Con la reforma de la enseñanza, el griego y el latín se reducen al mínimo en bachillerato y en la Universidad se limitan a filología clásica. La Administración socialista reserva para elites los estudios clásicos, y en tanto se oyen voces a favor de ambas lenguas, reclamándolas como bicas para mejor conocer la propia, se habla de entierro de la cultura clásica.Pero ¿es que los siete cursos de latín y cuatro de griego proporcionaban una cultura clásica mucho más allá de recitar las declinaciones, los valores de ut, los polirrizos griegos (de rancio sabor a reyes godos), que Aquiles era de pies ligeros, Catilina un malvado o Eneas se entendía con Dido?, ¿qué médico, psicólogo, farmacéutico, quizá atesorador en su cabeza de. los inicios del quo usque tandem... llenaría unas líneas sobre la filosofia política de Cicerón?, ¿quién sobre el origen etimológico de la propia palabra etimología? Y hoy mismo, ¿cuántos estudiantes de clásicas, sufridos traductores y memorizadores, por ejemplo, de Tucídides, se atreverían con un análisis comparativo del autor en la historiografia grecolatina?
La enseñanza de las lenguas clásicas aquí sigue aún moldes de cuando había que saber latín y griego porque muchos libros estaban escritos sólo en esas lenguas, y su aprendizaje era a las técnicas modernas idiomáticas como el tam-tam al teléfono. Pero no se trataría de enterrar los estudios clásicos, sino de introducirlos en el bachillerato puestos al día como una asignatura obligatoria, cultura clásica, con el objetivo de acercar al alumno a su significado como base de culturas y lenguas de España-
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