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Tribuna
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Embargos

Según una determinación del concejal de circulación del Ayuntamiento de Madrid, a partir de enero se podrán embargar las cuentas corrientes de aquellos ciudadanos que no paguen las multas de tráfico.Ha sido una cosa repentina, sin expectativa ni precedentes. Así, en los precipitados análisis de los expertos se ha aireado la hipótesis de que esta disposición signifique una compulsión recaudatoria per se, propia del déficit. Otros observadores opinan que el único interés del señor Valentín Medel es mejorar la circulación, despejar las calles. Finalmente, muchos ciudadanos compartimos la convicción de que, por unas u otras cosas, está dispuesto a machacarnos.

Algunos miembros de la oposición de izquierdas, sensibles, le han sugerido en buen tono que si lo que de verdad quiere es embargar algo, que embargue el coche. Con el coche la garantía del pago de las multas parece salvada, y no se entraría así en esa zona de las cuentas. Para mucha gente la cuenta corriente es como una parte pudenda de la propiedad, próxima al lugar del honor y en el centro del secreto. Puestos así, muchos habitantes preferirían sufrir antes otras medidas menos específicas, como, por ejemplo, la cárcel.

No es mala idea. Encarcelar a miles de conductores durante todo el día o en horas punta contribuiría a atender tanto el problema de los embotellamientos y el aparcamiento indebido como las ansias punitivas que ahora acosan el alma de este terrible concejal de circulación.

Desde luego, no parece bueno poner a gente de tanto carácter al frente de estas cuestiones. Hace tiempo que tener un coche había dejado de ser un asunto por el que alguien merezca ser odiado. Nadie tiene el menor interés personal en aparcar en doble fila, y menos en poner en entredicho la utilidad de una concejalía.

Pero es difícil saber qué debería decírsele al señor Medel para que entrara en razón. Ha declarado que dimitirá en seis meses si no arregla esto con embargos y embargos. Son de verdad muy molestos estos temperamentos.

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