Hijo del mundo
Creo que no tiene razón el escritor Jorge Edwards (El hijo del mundo, EL PAÍS de 5 de octubre pasado) cuando se piensa que en las ya largas historias públicas de Mario Vargas Llosa, quienes no comparten sus puntos de vista simplemente lo están descalificando al aplicarle una frase ritual, "se pasó a la derecha".La verdad es que Vargas Llosa no es más víctima que quienquiera que incursione en el debate político y que, como es natural en sus reglas de juego, recibirá ataques de quienes están en contra de sus opiniones y elogios de quienes se identifican con ellas. La verdad estricta es que si alguien no desea verse envuelto en el fárrago y la algarabía de la plaza pública no tiene más que refugiarse en lo suyo y callar. Nadie irá a perturbar "la comodidad de su estudio frente al mar" -a quien disponga de uno, naturalmente-, ni siquiera para preguntarle, aun del modo más inocente, si es de izquierdas o de derechas.
En cuanto a lo que pueda o no haber acerca de esto último, créanos, estimado señor Edwards, que somos muchos los que hemos prestado "un poco de atención" a las numerosas deposiciones públicas de la nueva fe política del escritor. Y créanos más, aunque éstas han ido trocando nuestro asombro inicial en sentimientos que oscilan entre el disgusto y la pena, en ningún instante hemos sentido la tentación de "rasgarnos las vestiduras". Allá él con sus opiniones, o con sus vestiduras, que no sabemos si en algún instante las rasgó, aunque sí está claro que las reemplazó. ¿O tiene algo de común el Varguitas de la Lima de los años cincuenta con el Vargas Llosa que la otra noche en Televisión Española -en el programa de Lizcano- aparecía en todos los terrenos en posiciones tan coincidentes con el presidente del Banco Español de Crédito? Un espectáculo alucinante. Dos personas, dos mundos, éstos de fin de siglo y aquellos de mediados del siglo que nos empujaban hasta el vértigo en las simas de una realidad latinoamericana entrañable o intensa. ¿O estamos sufriendo una gravísima equivocación? ¿No será, acaso, que no es el escritor el que "se pasó a la derecha", sino el banquero López de Letona el que, "deseoso de evitar la repetición de los errores y de las locuras del pasado" (fue ministro de Franco, no hay que olvidarlo), ha resuelto situarse "más cerca del centro" y reclamar también el título goethiano de "hijo del mundo"?- Carlos Orellana Riera.
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